Autor de varios volúmenes entre cuento y novela, el escritor español Juan Gómez Bárcena es sobre todo conocido por sus obras que mezclan la ficción con un toque de fantasía. Cuando nos reunimos en una librería del sur de la Ciudad de México lo primero que hizo fue asombrarse por encontrar un ejemplar de Los que duermen (Salto de Página, 2012), una antología de relatos que reflejan temas recurrentes en sus libros. “¡Vaya antigüedad!”, exclama al verlo, más allá del hallazgo, por ser su primer libro publicado, lo relevante es que esta obra condensa los temas que le preocupan como escritor. En sus dos pasadas publicaciones –Ni siquiera los muertos y Kanada, ambos editados por Sexto Piso–, Bárcena regresa a los temas que son los motores de su escritura: la conquista de América y el Holocausto, “diría que mi obra siempre orbita en torno a los temas de la historia, la concepción del tiempo y la frágil frontera entre la realidad y la ficción. Los que duermen es el primer acercamiento que hice a ese imaginario”, cuenta.
Ni siquiera los muertos es un libro que terminó en 11 años. La idea inicial fue –en una novela ambientada en el siglo XVI– dar voz a alguien que creció en una cultura y que se adaptó a otra. En un primer momento, la voz narrativa que imaginó para ésta fue la de un niño, “quise contar la historia de alguien que era educado por los franciscanos y que acababa denunciando a sus padres por practicar cultos paganos”. Pero, en un punto en medio de esos 11 años, Juan comprendió que había muchas limitaciones en el personaje, “a nivel de la historia, creí que aquel niño iba a ser rechazado por los españoles entre otras cosas por haber denunciado a sus padres. En cierto modo esa es la situación que muchas veces ocurre, la sociedad opresora nos mueve a la traición y cuando sucumbimos a la tentación nos dicen: ¡eres un traidor! No te queremos con nosotros porque eres un traidor”, por esta razón Bárcena decidió replantear y cambiar el personaje de la obra y confiesa un poco apenado: “soy un escritor más de ideas, mi punto más débil son los personajes”. Después de un largo periodo de documentación –que incluyó la revisión de libros y abundante material cinematográfico sobre la época– el resultado fue una sólida y valiente novela en la que cuenta la peregrinación de Juan de Toñanes, un soldado español que, tras la conquista de México, se quedó en tierra de nadie, víctima de las promesas incumplidas de la modernidad.
El protagonista regenta una posada desde la cual ve cómo decae su vida. Cierto día recibe un último trabajo de la Corona –que es, al mismo tiempo, una últimaoportunidad para hacer fortuna–. Ese encargo es encontrar y silenciar a otro Juan, un indio excepcional que eligió el camino de la herejía traduciendo al español la Biblia, lo que le aparta del camino de la Corona y, por supuesto, de la Iglesia. La Corona contrata a Juan (“antiguo soldado de su Majestad el Rey, antiguo buscador de oro, antiguo casi todo”) para que busque y siga a ese otro Juan a todas partes. Como buen detective, Toñanes cumple a discreción con su cometido. Pero la tarea dura años, siglos. La peregrinación del protagonista muestra al lector la historia de México, la de los oprimidos, de las víctimas y sus carceleros. También muestra transformación de las utopías encarnadas en el indio quien cambia de nombre y esencia: pasa de padre a patrón, compadre o padrote mafioso.
El mundo es un lugar feroz
Al autor no le resulta imposible rastrear hasta qué punto la época en que vivimos hace mella en su novela. La predilección por temas políticos y el lenguaje hace que este historiador se sienta preocupado por figuras como el ex presidente de Estados Unidos, el libro comienza con un epígrafe, una cita de un discurso de Donald Trump: “El mundo es un lugar feroz y despiadado. Creemos que somos civilizados, pero…”, y así lo explica: “La idea de la novela me surgió por la constatación de cuantos elementos del pasado había en el discurso de Trump. Hay mucho en sus ideas que me remontan a épocas de la conquista española”, no cabe duda, para Gómez Bárcena existen muchos paralelismos entre la época moderna y el imperialismo español.
En medio de todo esto se encuentran otras cuestiones que impulsan la ficción de este escritor, “me interesa derrocar otros mitos como el del colonialista. Lo que tenemos es a Juan de Toñanes, un conquistador español pobre que vive en 1545. Es importante este matiz porque solemos imaginar a los conquistadores españoles como nobles adinerados que consiguieron grandes cosas, cuando la realidad es que la mayoría ellos no obtuvieron nada después de todas esas guerras emprendidas y acabaron en la pobreza”. Y añade: “quiero narrar la vida de un pueblo, pero no de manera lineal y cronológica, sino mezclando los tiempos. Es una novela en que siguiendo ciertos ejes temáticos, simbólicos, y poéticos, trato de mostrar la vida en un pueblo a lo largo de los siglos alternado época y que esto sea, hasta donde le sea posible, una visión microscópica y macroscópica de la historia del mundo, porque en un pueblo, por pequeño o grande que sea, si nos concentramos en él durante el tiempo suficiente aparecen ahí todos los tiempos humanos”.
Referentes variados
Los referentes de esta novela son varios, es imposible no asociar a Ni siquiera los muertos y sus laberintos detectivescos con Chandler o por sus páramos existenciales con Beckett, incluso por las dimensiones metafísicas que plantea con alguna novela de Auster, pero el español cree que el texto va un poco más allá: “es verdad que su estructura se asemeja a las novelas policiacas estadunidenses, pero también busqué acercarme a un artefacto que mezclara todo tipo de géneros, así hay un eco de El corazón de las tinieblas por las reflexiones sobre el colonialismo europeo, la explotación de tierras, personas y la frontera y por las dimensiones de los problemas éticos que retrato diría que se acerca mucho a la estructura de un spaghetti western, más aquellos del cine que a los literarios. El libro tienen mucho de Sin perdón de Clint Eastwood, pero también de Apocalypse now de Coppola”.
Contra a la idea progresista de la historia
Esta es una novela monumental en cuanto que trasciende los límites del tiempo y del espacio. Su título proviene de una cita de los últimos ensayos que escribió el filósofo alemán Walter Benjamin en 1940. Es una narrativa que se pronuncia en contra de la concepción lineal de la historia. Presenta una condición de ruptura a la idea progresista, según la cual cuando el tiempo pasa tiende a ir de un momento malo a uno mejor. Esa concepción de la historia que cuestiona Benjamin es la experiencia que uno percibe cuando sigue el relato de un Juan que persigue a otro Juan. Al leer la novela el lector descubre que la historia del protagonista no avanza de un lugar oscuro a uno más luminoso y tampoco sigue una lógica progresista. Así que cuando Bárcena piensa en la influencia que Benjamin ha ejercido en su obra comenta: “Lo que quería plantear es una concepción del tiempo alejada de esa visión simplista. Para mí el título es importante porque condiciona al lector a abordar la novela desde cierta perspectiva benjaminiana. Lo cierto es que Walter es muy importante en mi obra, de hecho, hace poco recordaba algo que ya había olvidado y es que en mi primer libro –Los que duermen– ya hay un cuento donde podría decirse que uno de los protagonistas es Walter Benjamin”.