Ciudad de México. Para expresar su desacuerdo con el contexto en el que el gobierno de Daniel Ortega en Nicaragua celebró elecciones sin competencia, con la oposición encarcelada y un clima de rígida censura, México llamó a consultas a su embajador en Managua, Gustavo Cabrera. En el sistema de señales en uso en las relaciones internacionales, este gesto, “llamado a consultas”, es una medida que puede conducir a la ruptura de relaciones, en caso de que la crisis diplomática escale. Es más contundente que un voto de sanción en la Asamblea General de la OEA.
Este viernes, la OEA aprobó con 25 votos a favor una resolución que determina que las elecciones del pasado domingo en Nicaragua “no tienen legitimidad democrática” y se pide que el Consejo Permanente tome “acciones apropiadas” al respecto. Esto podría conducir a la suspensión del país centroamericano del organismo.
VIDEO: OEA declara "ilegítimas" las elecciones en Nicaragua y pide una "evaluación".
La embajadora ante la OEA, Luz Elena Baños explicó el sentido de la votación mexicana en su intervención ante los delegados: “Ha sido posición constante de México no apoyar decisión alguna… que esté encaminada a aislar, intervenir o imponer algún tipo de sanción a un Estado miembro, pues ello está fuera de la competencia de la OEA. Sólo el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas goza de tales atribuciones”. Además, recordó que las políticas de asilamiento nunca fueron eficaces.
Por otra parte, México objetó que en esta y otras resoluciones votadas en la Asamblea General se tomará en cuenta el voto de Julio Borges, designado por el autonombrado presidente interino de Venezuela Juan Guaidó como su “canciller”. Este líder opositor fue reconocido como “presidente” de Venezuela por la mayoría de los países, empezando por Estados Unidos, durante la crisis de 2017 en su calidad de presidente de la Asamblea Legislativa de su país. Pero a la fecha ya no lo es y varios países de la OEA le retiraron el reconocimiento.
Ese mismo año el gobierno de Nicolás Maduro anunció su retiro de la OEA cuando el organismo pretendió invocar el Tratado Interamericaano de Asistencia Recíproca, de corte militar, en su contra. Su retiro se hizo efectivo en 2019.
Al advertir sobre el “embrollo legal” representa el hecho que la secretaría general haya acreditado a una persona que no representa a un Estado miembro sino a un particular, la delegada mexicana pidió que se agregue un “pie de página” con las reservas de su gobierno a todas las actas y documentos de esta asamblea.
La abstención en el voto de sanción contra Nicaragua –que una vez más no fue acompañado por Argentina, con quien México suele actuar en alianza— no significa un aval al régimen sandinista. El país, aclaró Luz Elena Baños, “ha externado al gobierno de Nicaragua nuestras preocupaciones sobre el proceso político llevado a cabo la semana pasada, especialmente en lo que hace a la libertad de expresión y la participación política de su ciudadanía, que derivó en el llamado a consultas de nuestro embajador acreditado en dicho país”. Ello, conforme a la práctica diplomática que en México se ampara en la llamada Doctrina Estrada.
En su discurso ante la sesión (que un año más se realizó de manera virtual debido a la pandemia) la embajadora sostuvo que “la OEA debería ser una organización inclusiva, facilitadora, promotora del diálogo político como la cooperación, la integración y el desarrollo de los Estados miembros. Pero no lo es”.
Añadió: “México rechaza rotundamente, como lo haría cualquier Estado, todo intento de perturbar desde el exterior el orden constitucional en cualquier país y no acepta que bajo ese argumento la OEA asuma que cuenta con poderes supranacionales o con instrumentos para intervenir en los asuntos internos de nuestros Estados”.
Externó el rechazo histórico del país a las sanciones como medios de presión ya que –recordó—“las principales víctimas son siempre las personas más vulnerables”.
Hizo una dura crítica al secretario general Luis Almagro por sus pronunciamientos y actuaciones “de manera selectiva de acuerdo con agendas personales”, además de atribuirse facultades que no tiene, como la certificación de elecciones.
Por último, expresó el interés de México de que la OEA “deje atrás su espíritu de intervencionismo” y logre ser “una organización incluyente y respetuosa de la soberanía de los Estados miembros”.