Madrid. Las negociaciones para las conclusiones finales de la Cumbre de Naciones Unidas para el Cambio Climático de Glasgow (COP26) están bloqueadas y la mayoría de las organizaciones ecologistas e indígenas señalan a un principal responsable: la industria de los combustibles fósiles, que paradójicamente cuenta con la delegación más numerosa de todas, hasta 503 representantes. De nuevo los escollos están en el calendario de la reducción o anulación de este tipo de combustibles altamente contaminantes en las economías del planeta y, también, en la forma en que se financiará la transición energética de los países en desarrollo. Todos auguran un fin de semana de intensas negociaciones.
La COP26 finalizó, oficialmente, ayer a las seis de la tarde (hora británica) y no había ni de lejos un acuerdo para las conclusiones finales, por lo que la reunión continuará hoy. Mientras, los negociadores, que son en su mayoría representantes de los gobiernos y de la iniciativa privada vinculada a la “economía verde”, se reunían a puerta cerrada. En las calles, afuera de la sede de la cumbre, se registraban expresiones de malestar, de hartazgo ante lo que la activista sueca Greta Thunberg calificó como “bla, bla, bla…”
Dos imágenes resumen muy bien esta sensación de la sociedad civil presente en Glasgow: una, la de un grupo de activistas de la organización Extinction Rebellion, que se bañaron en pintura roja en el interior de la COP26 para “dar una representación visual de toda la gente que ha muerto por la crisis climática, pero sobre todo de la gente que va a morir en el futuro por la inacción y la pasividad de los responsables de la COP26”.
La otra imagen es el lamento y la decepción de la joven que dio el discurso más emotivo en la sesión inaugural, Anita Soina, de Kenia, quien intentó apelar al “corazón” de los poderosos para evitar el desastre. Después de dos semanas en Glasgow, vuelve a su patria con una constatación: “Regreso a mi país donde millones de personas están sufriendo los efectos negativos del cambio climático. Y les diré que fui a la COP26 y pedí a los poderosos que abrieran su corazón, pero ninguno de ellos sintió su dolor”.
El presidente de la COP26, el británico Alok Sharma, apeló a los representantes de las 197 delegaciones a que “estén a la altura de la ocasión” para cerrar un acuerdo “ambicioso” y que recoja las reivindicaciones centrales para alcanzar el gran objetivo sobre el que se congregó la cumbre: evitar que el calentamiento del planeta supere 1.5 grados a final de siglo. Y en luchar por la superación gradual de la industria del carbón y los combustibles fósiles en las economías del mundo, sobre todo en las regiones y países más contaminantes, que son a su vez algunas de las más ricas: China, Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia, India, Australia, Arabia Saudita y Brasil.
Pero las negociaciones están en un punto muerto, sobre todo por la enorme influencia de los representantes de la industria de los combustibles fósiles, que tienen a su vez la delegación más numerosa de todas, de 503 personas, superior incluso a la de Brasil, que es la mayor por países, con 479 miembros. Estos delegados presionan a favor de los intereses de las industrias del petróleo y el gas, y ahora, según señalan otras delegaciones y representantes de la sociedad civil, son los principales responsables de que no haya acuerdo, ya que intentan prolongar lo más posible la vida de la industria que representan.
Se encienden las alarmas
El último borrador del texto final de la COP26 se filtró por la mañana y fue precisamente lo que encendió las alarmas de la sociedad civil, ya que se incluían acuerdos “insuficientes” sobre combustibles fósiles. Catherine Abreu, directora ejecutiva de Destination Zero, explicó: “intentar detener el cambio climático sin mencionar la eliminación gradual de todos los combustibles fósiles es como intentar detener la pandemia sin mencionar el virus Covid-19. Por eso no entendemos esta situación, creada sobre todo por los delegados de la industria contaminante”.
La activista Kumi Naidoo, presente en Glasgow, también explicó que “no es sorprendente que estemos viendo una conversación en quiebra en la COP26, dado que la industria de combustibles fósiles es la delegación más grande. Es como organizar una conferencia de Alcohólicos Anónimos e invitar a la industria del alcohol a ser el mayor contribuyente. Llamémoslo como es. Los subsidios a los combustibles fósiles son impuestos. Impuestos que estamos invirtiendo en nuestros hijos y la muerte de sus hijos. No podemos seguir jugando al póquer político con nuestro futuro”.
Jean Su, director del Programa de Justicia Energética del Centro para la Diversidad Biológica, señaló por su parte que, “sorprendentemente, (en) la COP26 es la primera vez que se mencionan los combustibles fósiles en el texto de un acuerdo de negociaciones climáticas globales. Eso muestra que la marea se está volviendo contra las compañías de petróleo, gas y carbón que, a sabiendas, causaron la crisis climática y bloquearon las soluciones. Pero nuestros líderes, especialmente el presidente Joe Biden, deben actuar más rápido para remplazar el petróleo, el gas y el carbón con energía renovable. No hay forma de evitar una catástrofe climática, sin limitar su causa raíz, que son los combustibles fósiles”.
Carroll Muffett, presidente y director ejecutivo del Center for International Environmental Law, explicó: “una decisión apresurada sobre el artículo 6 plagada de reglas débiles, traspaso, doble conteo y ninguna protección para los derechos humanos, socavará la ambición, hará un agujero del tamaño de Exxon Valdez en cualquier progreso hacia una eliminación gradual de combustibles fósiles y dañará a las personas. Y el último borrador propuesto abre la puerta a una caja de Pandora de soluciones falsas como la captura de carbono, que bloqueará nueva infraestructura fósil, acelerará la emergencia climática y pondrá los derechos humanos y las vidas humanas en mayor riesgo en todas partes”.
Alex Rafalowicz, director de la plataforma Tratado de Combustibles Fósiles, añadió: “el lenguaje en el borrador del texto sobre combustibles fósiles se ha debilitado severamente. Ahora la reducción del carbón es sólo para fuentes ‘incesantes’ y la eliminación de subsidios para combustibles fósiles se restringe a ‘fuentes ineficientes’. Estos calificativos socavan completamente la intención”.
Mientras, Cansin Leylim, directora asociada de 350.org, explicó: “el borrador del acuerdo no nos encamina a mantener las temperaturas por debajo de 1.5 grados centígrados y no apoya a los menos responsables y más vulnerables a la crisis climática. A menos que estas conversaciones terminen comprometiéndose firmemente a eliminar de manera gradual todos los combustibles fósiles, poner fin al financiamiento de los fósiles y aprovechar la financiación climática necesaria para apoyar una transición global justa, esas líneas rojas se cruzarán. Esto significa que la COP debe comprometerse con reducciones de emisiones reales y mensurables, no vagas emisiones netas cero en 2050 o más adelante”.
Joseph Siklu, líder indígena de Guerreros del Clima del Pacífico, remató con un mensaje: “los que luchan por dentro y los que luchan por fuera son parte de un mismo movimiento: siempre hemos estado en la COP con un pie adentro y otro afuera. Este podría haber sido un acuerdo mucho peor y los intensos esfuerzos de los movimientos indígenas, feministas, sindicales y de justicia climática han impedido que los grandes contaminadores manipulen por completo la agenda de la COP. Pero aún queda un largo camino por recorrer, el trabajo apenas comienza”.