Madrid. La 26 Conferencia de las Partes de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26) de Glasgow entró en su fase final. Los más recientes borradores de las conclusiones no auguran un cierre fácil ni terso de la reunión multilateral, ya que muchos delegados, sobre todo los representantes de las comunidades indígenas, consideran que el documento es “insuficiente” y lanza un “pésimo” mensaje al mundo sobre el compromiso de los países con el futuro del planeta.
El meollo no sólo está en el financiamiento de la transición energética, para lo que los países ricos tienen que comprometerse por escrito a garantizar los fondos anuales –100 mil millones de dólares–, sino también en conseguir que se reconozca la urgencia de desplazar todos los carburantes fósiles –no sólo el carbón– y en garantizar que los pueblos originarios tengan reconocidos sus derechos ancestrales sobre su territorio, con el tan reclamado “consentimiento previo, libre e informado”.
Al cierre de este reporte, los despachos de los negociadores de la cumbre son un ir y venir de encuentros a varias bandas. Y desde la presidencia de la COP26, que ostenta el británico Alok Sharma, se han ido filtrando hasta cuatro documentos como propuestas de resoluciones finales, que han ido de menos a más en cuanto a los objetivos fijados con antelación, sobre todo de las organizaciones ecologistas, la comunidad científica y los pueblos indígenas.
Por ejemplo, en el primer borrador ni siquiera se mencionaba a los “combustibles fósiles” y sólo se hacía alusión al carbón, lo que representaba una seria afrenta a todo lo debatido y negociado en estos días, en los que la mayoría de las delegaciones insistieron en que se tenía que combatir el calentamiento global con una batalla integral contra todos los combustibles fósiles. En el más reciente borrador se reconoció como “un problema”, con lo que representa un avance.
Avances y líos anuales
Como ha sido una tradición en esta cita anual sobre el ambiente, el principal escollo está en el polémico y complejo artículo 6 del Acuerdo de París, que busca regular los mecanismos de mercado de las emisiones de dióxido de carbono y cumplir con el objetivo de limitar el calentamiento por debajo de los 1.5 grados Celsius. En el borrador más actualizado, hay avances, aunque “insuficientes”, de acuerdo con algunos delegados consultados, quienes reconocen que al menos en esta ocasión hay cronogramas y fechas límite para que los países regresen con objetivos nuevos y mejorados para 2022 y 2023, alineados con los 1.5 grados, además de que es más esquemático sobre finanzas, adaptación, pérdidas y daños relacionados con las emisiones.
Otro movimiento hacia adelante en lo que se perfila como la declaración final, a la que tuvo acceso La Jornada, es que hasta 196 países se comprometen a impulsar los objetivos climáticos para 2023, otros 33 gobiernos adelantaron sus objetivos a 2022 y 36 acelerarán la eliminación del carbón y reducirán subsidios a los combustibles fósiles, éste un rubro nombrado por primera vez en 25 años de negociaciones climáticas de la ONU y representa una conquista del poder popular.
Agnes Hall, vocera de la plataforma 350.org y observadora en la COP26, explicó que “este proyecto de resolución final contiene puntos importantes que vale la pena celebrar. Por ejemplo, existe la decisión de dar informes de síntesis anuales; si esto se puede hacer sin crear una carga adicional para los países del Sur global, esto significa que podemos evitar que los gobiernos difundan reportes erróneos sobre cómo sus promesas nos ayudarán a mantener un calentamiento máximo de 1.5 grados”.
Jennifer Morgan, de Greenpeace Internacional, fue la más pesimista al advertir que “el borrador final no es un plan para resolver la crisis climática, sino que es un acuerdo para que todos crucemos los dedos y esperemos que salga lo mejor posible. Es una petición para que los países, quizá, puedan hacer más el próximo año. Pero esto no es suficiente y los negociadores no deberían ni pensar en salir de esta ciudad hasta que hayan llegado a un acuerdo a la altura del momento. Porque, con toda seguridad, éste no lo está”.
Morgan añadió que “mientras el texto pide una eliminación acelerada de las subvenciones a combustibles fósiles, gobiernos saboteadores, como los de Arabia Saudita y Australia, trabajarán para eliminar esa parte antes de que se cierre esta conferencia. Los ministros ahora tienen tiempo para mejorar el texto y hacer el trabajo aquí en Glasgow, en lugar de darle una patada al clima una vez más”.
Líderes indígenas de la Alianza Global Territorial, entre ellos el mexicano Gustavo Sánchez, señalaron la necesidad de que en el texto final se reconozca en sus territorios el “consentimiento previo, libre e informado”.