El general en retiro Salvador Cienfuegos Zepeda escogió un acto marcadamente crítico y adverso al gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador para su primer asomo público luego de haber sido detenido en Los Ángeles, California, un año y casi un mes atrás, bajo cuatro acusaciones relacionadas con el crimen organizado, y a punto de cumplir un año de que fue liberado por forzadas gestiones de fuero de la misma administración andresina que logró traerlo de regreso a México y habilitarle una virtual exoneración al vapor.
El escenario escogido por Cienfuegos para su reaparición difícilmente podría ser más contrario al obradorismo: la entrega, por rubros, del Premio de Comunicación Nacional José Pagés Llergo, organizada por la hija del relevante periodista tabasqueño, Beatriz Pagés, quien fue militante durante años del Partido Revolucionario Institucional y ahora, como parte del plan tripartidista y empresarial (PRI-PAN, PRD, más los capitales representados por Claudio X. González y Gustavo de Hoyos), fustiga con perseverancia a las políticas del sexenio, a Morena y a AMLO.
La figura más aplaudida fue, según reportes de algunos de los asistentes, Lorenzo Córdova Vianello, consejero presidente del Instituto Nacional Electoral, quien libró reciente batalla en la Cámara de Diputados y la prolonga ahora en cuanto al ejercicio de revocación de mandato para el cual no le han asignado fondos. Hay voces en el tripartidismo empresarial que consideran a Córdova un precandidato presidencial que se potenciará al paso del choque con Palacio Nacional.
Otros premiados: Fernando del Collado, de LatinUs; Macario Schettino, de El Financiero; Dices, portal oficialmente auspiciado por Coparmex; Ana Laura Magaloni, de Reforma; Carlos Alazraky, de Atypical Te Ve; y Juan Francisco Ealy Ortiz Duret, a nombre de El Universal. Este último, hijo del director general, dijo al micrófono: “Si hubiéramos adaptado los hechos retratados en nuestras páginas al contentillo de los actores políticos y económicos, nuestros lectores nos habrían abandonado hace tiempo”. Un invitado relevante fue Eruviel Ávila, priísta ex gobernador del estado de México.
La anfitriona, Beatriz Pagés, en su discurso dio “gracias a Claudio X. González y a Gustavo de Hoyos, dos arquitectos de la nueva democracia. De ese muro de contención y resistencia que sólo puede darlo la unidad. La unidad de una alianza opositora, la de todos los que estamos aquí y de los millones de mexicanos que reclaman un cambio”.
También aseguró que “México comienza a ser dominado por el miedo, instrumento de control político que lleva a los pueblos a rendirse y abrir las puertas a los Auschwitz, a los Videla, a los Chávez, a los Daniel Ortega. Sentir miedo es el primer paso para rendirse ante la maquinaria totalitaria”. Y planteó: “Aquí estamos, ¿por qué no?, para defender al INE. Los aires del tiempo marcados por el populismo autoritario nos han demostrado que ninguna democracia es para siempre”.
El discurso de la anfitriona y la textura ideológica y política de la gran mayoría de los convidados no son novedad ni pueden llamar a nadie a sorpresa. El acto de premiación a una corriente de periodismo y a otras facetas públicas fue la continuación de un activismo sabido, legítimo como derecho constitucional y claramente confrontado con el obradorismo. Entonces, ¿por qué o a qué fue el general en retiro Cienfuegos? Además de él, estuvieron dos ex miembros del gabinete de Enrique Peña Nieto: Mercedes Juan López (Salud) y el almirante Vidal Francisco Soberón Sanz (Marina).
Frente al empoderamiento del grupo militar, encabezado por el actual secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, ¿el peñismo y su secretario castrense reaparecido, más el ex titular de la Armada, mandan mensaje de cercanía y apoyo a la oposición al obradorismo? ¡Hasta el próximo lunes!
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