En los dos últimos capítulos (6 y 7) de The Green New Deal, Jeremy Rifkin (JR) aborda dos temas: hacia dónde iría el mundo (de librarse de la extinción) y el paquete de medidas que contiene el New Green Deal. Empieza así el cap. 6: “El dramático traslado de los fondos de pensiones públicas y privadas del sector de combustibles fósiles hacia la economía verde inteligente, señaliza la mayoría de edad del capitalismo social. La inversión socialmente responsable (ISR) ha migrado desde los márgenes al centro de la actividad de mercado proveyendo la marejada para la transición fundamental: el abandono de la civilización de los combustibles fósiles” (p. 166). Narra que la ISR nació en el movimiento mundial para desinvertir en el apartheid en Sudáfrica y llegó a EU con las discusiones en torno al uso de los fondos de pensiones para minar la seguridad económica de los trabajadores. Describe la postura de Milton Friedman que la noción de ISR perjudicaba el funcionamiento de los mercados al introducir restricciones ideológicas, misma que se convirtió en regla seguida puntualmente por los responsables de los fondos de pensiones. Sin embargo, argumenta que las generaciones jóvenes de baby-boomers, generación X y millenials presionaron, en batallas entre accionistas y en los fondos de pensiones, por valorar las inversiones por sus prácticas ambientales, sociales y de gobernanza (ASG). Dice que una nueva frase entró al diálogo sobre inversiones económicas y se convirtió en mantra: “hacerlo bien al hacer el bien”. Con esta contranarrativa, sindicatos y ONG presionaron para promover la ISR. Las nuevas generaciones añade, avergonzaron las conductas moralmente irresponsables e inaceptables usando los medios sociales para ello y para lograr cambios en las prácticas corporativas. El cambio climático ha acelerado la salida de fondos de las industrias fósiles. Algunos estudios citados por JR muestran que las empresas con altos niveles de prácticas ASG tienen mejor desempeño que sus competidores. JR señala que la infraestructura de combustibles fósiles que ha sido, hasta ahora, el sostén de la prosperidad y el bienestar de las sociedades está llegando a su fin, lo que afortunadamente ocurre cuando ya está en ascenso la infraestructura de la Tercera Revolución Industrial (TRI). Las inversiones bajas en carbón (CO₂) no sólo son ISR, sino financieramente muy rentables, subraya. Analiza diversas opciones para la inversión y operación de la nueva infraestructura y sus problemas. Llega a la conclusión que:
El “modelo de negocios” adecuado para la transición posfosilista, que se convertiría en la esencia de lo que llama el nuevo capitalismo social, son las compañías de servicios energéticos (CSE). Es “un enfoque radical que se basa en los ‘contratos de desempeño’ que dan un vuelco al fundamento mismo de los mercados de vendedor/comprador”, que son “remplazados por redes de proveedores/usuarios en las cuales la CSE asume 100 por ciento de la responsabilidad de financiamiento de la obra, y donde el rendimiento de su inversión depende de su éxito en generar las nuevas energías verdes y las eficiencias energéticas contratadas. La asociación pública-privada emergente entre gobiernos y CSE pone la pericia y las mejores prácticas de la empresa privada al servicio del público, creando una poderosa dinámica entre los sectores público y privado. Los fondos de pensión son a su vez el mejor socio para financiar estas inversiones… la CSE se lleva la mayor parte de la energía cosechada y los aumentos de eficiencia hasta que la inversión de la CSE está totalmente recuperada y el contrato terminado, después de lo cual el cliente [el gobierno] recibe todos los beneficios futuros. El gobierno se queda con una infraestructura inteligente, de bajo CO₂, sin deudas sobre la inversión de capital y sin pérdidas durante el proyecto… Las CSE pueden operar también en el sector privado y comunitario. Esta es una nueva variedad de capitalismo que combina un compromiso social en el plan mismo de negocios. La CSE busca continuamente nuevas tecnologías y prácticas de gestión que le den rendimientos y la comunidad se beneficia de esto con energía limpia, renovable y más barata para sus casas y negocios; electricidad verde para sus vehículos eléctricos y de celdas de combustible… Los contratos de desempeño eliminan el sesgo de las transacciones de mercado entre compradores y vendedores [la asimetría de información] y con ello la desigual ventaja del comprador. En los contratos de desempeño la CSE sólo recupera su inversión si asegura suficientes ganancias en la generación de energía y eficiencias agregadas que logren el rendimiento de la inversión. El usuario obtiene beneficios gratuitos… El nuevo modelo de contratos de desempeño es un híbrido: el control sobre la construcción de la nueva infraestructura y su propiedad permanece en manos de los gobiernos, al servicio del bienestar general, mientras traslada la responsabilidad financiera y de gestión a las CSE privadas. Esta es la esencia del ‘capitalismo social’ y representa un modelo de negocios pragmático que puede acelerar la transición hacia una era de casi cero emisiones en el corto horizonte que nos queda. (cap. 6, pp. 196-205)
Lo precedente es muy sugerente, parece muy oportuno y viable, aunque ideológicamente la idea de salvar al capitalismo impulsando una nueva variedad de este es muy debatible. Contrasta con las posturas de Naomi Klein y de Foster-Clark que analicé en entregas anteriores, que sostienen que sólo trascendiendo el capitalismo es posible frenar el cambio climático. Del capítulo 7 y final del libro de JR, que cubre varios aspectos importantes, sólo abordo, por razones de espacio, la lista de 23 iniciativas del Green New Deal, formuladas para EU, pero que clasifico en varios grupos y generalizo para cualquier país. 1) Incentivos o penalizaciones fiscales y financieros ( IFF): impuestos progresivos (con devoluciones a hogares no ricos) a las emisiones de CO₂ e incremento de impuestos a vehículos de combustión interna (VCI); eliminar subsidios a combustibles fósiles; IFF a: energía solar y eólica descentralizada, compra de vehículos eléctricos, sistemas de almacenaje de energía, centros de datos, estaciones de carga eléctrica de vehículos, incentivos de todo tipo para captura de CO₂, reforestación y recuperación de tierras abandonadas. 2) Cambios en finanzas públicas: reasignar el gasto militar y redirigir el personal militar a la atención de desastres climáticos; cambios legislativos para recaudar fondos para la transición energética y reducir la desigualdad social y territorial. 3) Cuestiones financieras amplias: creación del Banco Nacional Verde, bancos estatales verdes y bancos municipales verdes; redirigir los fondos de pensiones a inversiones para la transición posfosilista. 4) Construcción de la nueva infraestructura: red nacional inteligente de electricidad, microrredes inteligentes en comunidades y barrios, banda ancha e Internet de las cosas (InC), llevar todos los edificios e instalaciones públicas a cero emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), mejoría de los sistemas hídrico-sanitarios y captura de agua de lluvia. 5) Políticas públicas y regulaciones: fijar una fecha límite para la venta y registro de VCI, remplazar la agricultura petroquímica por agricultura orgánica y ecológica, destinar tierras públicas a reforestación, hacer obligatoria la circularidad de los procesos para reducir emisiones de CO₂, formación de recursos humanos para la TRI, priorizar oportunidades de actividades emergentes y servicios de salud en comunidades desaventajadas, desarrollar en el gobierno la investigación y el desarrollo tecnológicos asociados a la TRI, en asociación con universidad e institutos de investigación; crear las leyes, regulaciones, códigos, estándares y normas necesarias para la TRI y estimular y participar en la colaboración internacional adecuada y necesaria al respecto. Como se aprecia es un paquete ambicioso, necesario y viable.