Madrid. Miguel Bosé presentó en Madrid sus memorias, tituladas El hijo del Capitán Trueno, en las que admite que le habría “gustado ser conocido en el mundo como Julio Iglesias”, aunque también se da por satisfecho con la fama alcanzada a lo largo de su carrera.
Bosé, hijo del célebre torero Luis Miguel Dominguín y de la actriz italiana Lucía Bosé, nació en Panamá el 3 de abril de 1956. Al terminar sus estudios en el Liceo Francés de Madrid viajó a Londres persiguiendo su gran pasión: el baile. Antes de descubrir su vocación por la música, la que lo convertiría en uno de los íconos del pop español, residió en París, Roma y Nueva York dedicado al teatro, la comedia musical y el cine.
Sin embargo, recientemente, ha estado envuelto en polémicas, como su negacionismo ante la pandemia de Covid-19 y por evadir impuestos. Su nombre apareció también en la investigación de los Papeles de Pandora por estar vinculado desde 2016 a una sociedad offshore con sede en Panamá.
“Es verdad que fui muy conocido en América y algunos países de Europa, pero después se acabó: me paseo por Asia y soy un blanco más”, destacó el autor de Amante bandido, quien, no obstante, señala que en su día a día hay mucho de reconocimiento y “más selfis que autógrafos.
“En los países en los que soy conocido hay reglas y límites, lo único es que antes eran autógrafos y ahora son selfis, y yo prefiero los primeros. Eso sí, espero que esto dure, porque en el momento en que no te pidan nada, malo”, añade.
Una vida extraordinaria
El hijo del Capitán Trueno es su autobiografía en la que habla de una vida extraordinaria habitada por los personajes más importantes del arte y de la cultura que fueron parte de su familia. Un relato lleno de recuerdos sensoriales, de espacios que hablan, de relaciones inéditas y de recuerdos tan bellos o más como la vida que le tocó vivir. Una historia, la suya, que comienza con el aliento de los cuentos atemporales: unos niños perdidos a merced de un padre todopoderoso, acostumbrado a que su voluntad fuera ley, y una madre arrolladora de belleza legendaria, señala Espasa, que edita el libro en España.
En sus memorias, Bosé ofrece la cara menos conocida de personajes memorables, desde un Pablo Picasso vulnerable y crepuscular, al hermoso y maldito Helmut Berger. El lector asistirá a capeas taurinas con Sophía Loren y Carlo Ponti, Deborah Kerr, Claudia Cardinale y John Wayne. Conocerá a José Mercé de niño, irá a fiestas con la familia González Flores y navegará con la mismísima Romy Schneider.
El hijo del Capitán Trueno, editado en México por Planeta, aborda los años de la infancia y la juventud de un Miguel Bosé temeroso de su padre y arropado por varias personas cercanas, desde su madre hasta Pablo Picasso, amigo de la familia. Esta primera autobiografía –que hace pensar que tendrá continuación– concluye en abril de 1977, con su primera actuación en público en el Florida Park de Madrid.
“Pensé que era bonito explicar la infancia en primera y tercera persona para entender lo que ocurrió después: uno es fruto de lo que le pasa en la adolescencia”, afirma el músico en el libro. Insiste en que esa parte de su vida es “inédita, porque hay muchas fotos, pero faltaba el relato”.
“Lo he perdonado”
El fuerte carácter de su padre ocupa una gran parte de estas memorias. “Sí lo he perdonado, aunque realmente no había que hacerlo, porque cuando uno crece termina por hacer cosas peores de las que pensaba que sería capaz. Entendí que lo que tanto me dolía lo estaba repitiendo yo, que heredé su genética”, admite.
De hecho, el cantante sostuvo que su infancia fue un ejercicio de “supervivencia” al tener que “competir” con el brillo de sus padres. “Tuve que sobrevivir a dos monstruos sagrados que me eclipsaban”, destacó, para luego ir más allá con su padre, quien “se sintió avergonzado por no saber en su momento lo que iba a ser” el Miguel Bosé artista.
“No sabía como terminaría la relación con mi padre, porque estaba en el imaginario lo de ser machote, rudo y cazador, y yo era un chico sensible y me gustaba la lectura. Era un niño raro que levantaba sospechas entre la casta de toreros”, cuenta el intérprete de Don Diablo.
En cualquier caso, Bosé reconoce que la relación con su padre tuvo un punto de inflexión después de un safari a África en que el comportamiento del torero hacia su familia fue terrible. “Ahí fue algo liberatorio, porque supe que no tenía sentido pelear más”, comenta a fin de rescatar una anécdota posterior que muestra que se le dio la vuelta a la tortilla.
“Un día mi padre cogió un taxi, se giró el taxista y le dijo: ‘Yo a usted lo conozco, es el padre de Miguel Bosé’”, comparte con humor. Bosé agrega que vive “en una casa más convencional”, en la que tiene “justamente todo aquello que faltó” en la infancia. “Tengo que recuperar los abrazos perdidos”, indica.
El libro también se refiere a otras personas que rodearon a su familia, como Ava Gardner –“odiaba que dijeran sobre ella que era ‘el animal más bello del mundo’”, precisa– y Pablo Picasso, del que deja una imagen “desconocida: tierno, un abuelo que ejerció de apoderado. Además, los dibujos que tengo de él no valen nada, porque están en un papel sin firmar. Siempre digo que no tengo Picassos, sino Pablos que no valen nada”, ironiza.
Por otro lado, en mayo, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid desestimó dos recursos presentados por el cantante contra una resolución judicial por intentar deducir gastos personales como de empresa. El músico deberá pagar una multa de más de 23 mil euros.
La sentencia confirma que intentó incluir la compra de productos ibéricos (jamón y lomo), la instalación de un circuito cerrado de televisión y reparaciones en el jardín de su vivienda.
(Con información de la Redacción)