Al responder a la convocatoria de México para debatir sobre desigualdad y pobreza en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU), el secretario general António Guterres coincidió con el presidente Andrés Manuel López Obrador en la visión del fracaso del sistema económico, promotor de la riqueza que se desgrana de arriba hacia abajo.
“Al hablar de desigualdades económicas el año pasado, usted nos recordó las políticas ficticias basadas en la noción de que si ‘a las personas que están en la cumbre les va bien, a las que están por debajo también les irá bien’. Como bien dijo en aquella ocasión, la riqueza no es contagiosa: la exclusión y las desigualdades de todo tipo tienen un costo devastador en materia de seguridad. Especialmente en áreas donde se carece de servicios básicos como es la salud, la educación, la seguridad y la justicia”, le dijo al mandatario mexicano.
Durante la sesión del Consejo de Seguridad –en Nueva York–, cuya presidencia pro tempore corresponde a México en el mes de noviembre y transcurrió conducida por el presidente López Obrador, Guterres adujo que la pandemia ha venido a aumentar las dificultades para las personas más pobres y vulnerables.
“Y donde las injusticias históricas (prevalecen), las desigualdades y la opresión sistemática han venido a crear brechas de condiciones desfavorables a generaciones completas. Impera una peligrosa sensación de impunidad que puede verse en las recientes tomas del poder por la fuerza, los golpes militares, donde los derechos humanos están siendo atacados. Desde Afganistán, donde se niega a las mujeres su legítimo derecho, a Myanmar, donde las minorías son blanco de ataques y deben huir, o en Etiopía, donde se teje una crisis humanitaria”.
Guterres propuso una hoja de ruta para la inclusión: invertir en el desarrollo de todas las personas para que vivan en igualdad, desarrollo humano e igualdad. Que se dé un nuevo contrato social, que se invierta en salud, protección social, red de seguridad social accesible para todas y para todos.
Por su parte, la abogada ecuatoriana Lourdes Tibán, representante de etnia por su país en el Foro Permanente de la ONU para Cuestiones Indígenas, invitada por el gobierno de México, abundó sobre la desigualdad social y puso sobre la mesa la exclusión entre culturas y personas en situación de cárcel, discapacidades, diferencias de género, enfermedades mentales, jóvenes y drogas, prostitución, comunidad gitana y emigraciones. A esto se suma la exclusión de género. Una que tiene consecuencias devastadoras, como lo es la ampliación de las diferencias entre mujeres y hombres.
La iniciativa del gobierno mexicano acarreó posturas a favor en torno a las diferencias de género, la marginación, la pobreza, pues son fenómenos por atender y así enfrentar la descomposición que genera la violencia. Fue respaldada por los representantes de Estonia, India, China, Kenia, Francia, San Vicente, Vietnam, Irlanda y Nigeria. En tanto la de Estados Unidos ponderó los lineamientos que su país sigue en materia de derechos humanos y combate a la desigualdad, pasando por el cambio climático y la migración.
Vassily Nebenzia, representante de Rusia, reprochó el papel de Antonio Guterres al frente de la ONU, porque subyace “de los conceptos que se plantean en la nueva agenda común del secretario general, donde vemos que hay una tendencia de combinar mandatos o de crear estructuras que duplican la labor de los órganos creados en virtud de la carta y esto no necesariamente aporta” en el terreno del derecho de los migrantes.
“Lamentamos la propuesta de adoptar decisiones en la Asamblea General, pasado mañana, sin celebrar las consultas del caso. Se intenta imponer la voluntad de un grupo de países y generar más división o parece ser esta la intención. Nos parece fundamental que la asistencia internacional se preste exclusivamente en coordinación con los países y a su solicitud teniendo en cuenta los contextos y prioridades de los países”.