Para efectos de consumo nacional le fue bien a Andrés Manuel López Obrador en la sesión del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU), que durante este mes será presidido por México.
Más que el discurso y la propuesta de un plan mundial de fraternidad y bienestar, cuya construcción y aplicación parece distante o utópica, al político tabasqueño le reconfortó la cálida recepción que grupos de paisanos radicados en el vecino país le prodigaron.
Destaca, además, el asomo a un foro internacional, en su segunda salida fuera del país (la anterior fue para visitar a Donald Trump, en Washington). Hasta ahora, la representación del país en actos relevantes en el extranjero ha recaído en el canciller Marcelo Ebrard.
En esta ocasión, el cumpleañero del próximo sábado aceptó ir a Nueva York para presidir por un día el citado Consejo de Seguridad, a pesar de que tal presidencia es sólo por el mes en curso, en cumplimiento de una rotación de ese cargo conforme al orden alfabético en inglés de los nombres de los Estados Miembros (https://bit.ly/3ql6sp1).
Dicho Consejo de Seguridad tiene 15 integrantes, cinco de ellos permanentes y con derecho a veto (China, Francia, Federación de Rusia, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y Estados Unidos de América, cuyo voto en contra en cualquier tema generaría su rechazo, aunque los demás miembros lo hubieran aprobado) y 10 no permanentes, con periodos definidos de estancia. México, por ejemplo, dejará su asiento en diciembre de este año.
Es incierto el destino del plan mundial contra la pobreza, presentado en una instancia de la ONU que no atiende exactamente este tipo de propuestas, pues se especializa en controversias, fricciones, agresiones, acciones militares y otras amenazas a la paz y la seguridad internacionales (https://bit.ly/302hYdX). En todo caso, la innovación obradorista reside en el enfoque de tratar de mitigar esos riesgos mediante la eliminación de factores sociales y económicos que producen desigualdad, injusticia y violencia.
El voluntarista plan mundial propuesto es una variante de lo aplicado en México, aunque dependiente no del erario nacional, sino de esquemas de contribución opcional de individuos y empresas con gran riqueza y de porcentajes del Producto Interno Bruto de los países integrantes del Grupo de los 20 (G-20).
En tanto, activo como pocos, el superembajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, ofreció ayer una conferencia de prensa para subrayar que representantes de ambos países “trabajan” en pos de un “acuerdo” en cuanto a la reforma eléctrica. Hizo ver que empresas del vecino norteño han invertido más de mil millones de dólares en ese rubro y se busca la manera de conciliar intereses.
También anunció una próxima reunión del primer ministro y los dos presidentes de las naciones norteamericanas (Canadá, Estados Unidos y México), aunque sin fecha definida ni temario acordado. En sus declaraciones, Salazar combina las frases amables y de “buena fe” con el fijado de posturas políticas de su gobierno a aplicarse en México en temas delicados, como la migración proveniente de Centroamérica y el diseño del futuro energético. Sin gran tacto diplomático, aparece como un vigilante e instructor, como corrector con aspiraciones de rector.
Mario Delgado, presidente oficial de Morena, anunció ayer que para las elecciones de 2022, en seis estados irá en alianza con los partidos Verde, del Trabajo y, donde mantiene el registro estatal, Nueva Alianza. El pacto no está condicionado a que los candidatos sean de Morena. Ha de recordarse que estas coaliciones permiten imponer candidaturas, sobre todo a gobernador, por encima de militancia y méritos de aspirantes morenistas, utilizando el argumento flexible de “negociar” las postulaciones con esos aliados que, a la vez, cobran cuotas de poder derivables del jalón electoral del jefe político real, residente en Palacio Nacional. ¡Hasta mañana!
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