Las tempranas advertencias que hizo el sector privado sobre los incrementos al salario mínimo al inicio de esta administración y su efecto en el encarecimiento generalizado de precios y productos no se han cumplido. Por el contrario, la inflación –en su mayoría importada de la crisis en las cadenas globales de suministro y de Estados Unidos– ha consumido una quinta parte del aumento al salario mínimo y la mitad del avance que han tenido las remuneraciones de trabajadores formales de diciembre de 2018 a la fecha.
Datos a septiembre –los más recientes para comparar la información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) y del Instituto Mexicano del Seguro Social–, muestran que mientras la inflación fue de 11.2 por ciento desde diciembre de 2018, el salario mínimo incrementó 60.4 por ciento y los salarios promedio de trabajadores formales lo hicieron 21.9 por ciento, prácticamente una tercera parte que la remuneración base.
Investigadores explican que la inflación de los últimos meses está lejos de responder a los avances del salario mínimo; su origen está en las interrupciones a las cadenas de suministro a escala internacional, de la crisis de los energéticos y del incremento de precios en Estados Unidos, principal socio comercial de México. El problema es que los alimentos son el insumo que más se ha encarecido, situación que se recarga en los trabajadores con las remuneraciones más bajas.
César Salazar, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), explicó que si bien una tasa de inflación en 6 por ciento “puede no ser tan significativa”, en su interior se debe observar cómo se han movido los precios de productos básicos. El Inegi muestra que la inflación ha pegado más a las personas cuyas remuneraciones son menores, con un aumento acumulado de 12.8 por ciento para quienes perciben un salario mínimo o menos y de 10.7 por ciento para quienes perciben más de seis.
No obstante, entre la población que percibe hasta un salario mínimo, los alimentos y bebidas no alcohólicas se han encarecido 19 por ciento de diciembre de 2018 al más reciente septiembre, casi una tercera parte de los incrementos al salario mínimo que ha promovido la actual administración.
En entrevista aparte, Miguel Calderón Chelius, director del Observatorio de Salarios de la Universidad Iberoamericana, consideró que la salarial “probablemente es la política social –aunque sea una política económica– que más impacto ha tenido y pueda tener en la recuperación de las condiciones de vida previas a la pandemia, como también puede ser una que permita impulsar al resto de la economía”.
Agregó que por ahora el salario mínimo es “tan bajo, que la economía tiene una enorme capacidad de absorberlo”, como se ha observado en la franja fronteriza del norte del país. En ese sentido, la actual administración tiene el reto de hacer un nuevo incremento importante a los salarios mínimos, luego de la recesión del año pasado.