Es una aberración que Morena llegue a aceptar como afiliado a Manuel de Jesús Espino Barrientos y, aún peor, que se le permita especular sobre la posibilidad de ser candidato al vapor al gobierno de Durango.
Espino es un hombre de pensamiento, formación y acción de ultraderecha (con proclividad a lo policiaco y lo militar), mencionado con insistencia como parte de la organización secreta denominada El Yunque, una de cuyas misiones es la de participar e influir de manera abierta o disfrazada en organizaciones políticas y sociales.
Como panista militó en la franja más conservadora, tanto en Chihuahua (con el movimiento encabezado por Francisco Barrio Terrazas) como en Sonora (en realidad, su historial es más chihuahuense que de Durango, donde su mayor presencia está relacionada con negocios personales). Fue miembro de Desarrollo Integral Humano, una de las organizaciones señaladas como fachada de El Yunque y fue presidente de la Organización Demócrata Cristiana de América, brazo de la Internacional Demócrata de Centro.
Con Vicente Fox Quesada en la Presidencia de México, Espino Barrientos fue uno de los cuatro secretarios generales que en distintos momentos de su gestión como dirigente del PAN tuvo Luis Felipe Bravo Mena, otro personaje señalado de manera continua como yunquista. De marzo de 2005 a diciembre de 2007 fue presidente del comité nacional panista y, en tal condición, le correspondió ejecutar y avalar las estrategias de contención de la campaña de Andrés Manuel López Obrador, del fraude electoral a favor de Felipe Calderón Hinojosa (aunque Fox y Espino deseaban que el candidato hubiese sido Santiago Creel, desavenencia que terminó más adelante en ruptura, por proyectos derechistas en choque) y del posterior proceso de desacreditación, burla y estigmatización de los seguidores del candidato tabasqueño presentado por el PRD. Confrontado con Calderón y alineado con Fox, Espino hizo lo necesario para ser expulsado de Acción Nacional y buscar otros caminos. Además de haber alzado el brazo electoralmente “triunfador” de Calderón, lo hizo en 2012 con Enrique Peña Nieto y con López Obrador en 2018.
En pago por el apoyo, más efectista que real, de Espino y su agrupación llamada Ruta 5, recibió la candidatura de Patricia Durán Reveles a la presidencia municipal de Naucalpan, a nombre de Morena. Durán hizo su carrera política en el PAN, al igual que dos de sus hermanos, que fueron presidentes municipales.
Espino fungió como secretario general de Naucalpan y renunció al ser nombrado comisionado del Servicio de Protección Federal por el sonorense Alfonso Durazo, entonces secretario de Seguridad y Protección Ciudadana. Ahora, con Rosa Icela Rodríguez como titular de la SSPC, ha solicitado licencia al cargo policiaco para afiliarse a Morena y explorar las posibilidades de ser candidato a gobernar Durango. Un pragmatismo del que dan contraproducente cuenta personajes como Lilly Téllez y Germán Martínez Cázares (entre muchos otros, con menor exposición mediática nacional, y no sólo en el ámbito legislativo) anima ahora a mandos políticos de la llamada 4T a explorar la posibilidad de enfrentar al PAN, que tiene a José Rosas Aispuro como gobernador, con una pieza de extrema derecha, temporalmente comprometida con el obradorismo.
Ello ha provocado críticas fuertes en Morena, como lo han hecho la senadora de este partido por Durango, Margarita Valdez, quien aseguró que no acompañaría a Espino en caso de que fuera designado candidato morenista a gobernador (https://bit.ly/3BYkTS7). A su vez, la secretaria general del comité nacional, Citlalli Hernández, tuiteó: “Algo que no le gusta a la ciudadanía de los partidos es el pragmatismo electoral extremo. Como dice @ lopezobrador: la política es el equilibrio entre principios y eficacia. Hay que ser eficaz sin cruzar límites; me acusarán de sectaria pero yo no estoy de acuerdo con esto”. ¡Hasta mañana!
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