Managua. El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, encabezaba ayer con 75.92 por ciento de votos el escrutinio de las cuestionadas elecciones presidenciales celebradas antier sin oposición real y en medio del rechazo internacional a su inminente relección, la tercera desde 2007.
Contabilizados 97.74 por ciento de los votos, el Consejo Supremo Electoral atribuyó la victoria al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y ubicó la participación en 65.23 por ciento.
Jesús Téfel, analista político en el exilio vinculado a la Unidad Azul y Blanco, calificó de “vergonzoso y escandaloso” el proceso, caracterizado por el alto nivel de abstención, que de acuerdo con el reporte de observación electoral de Urnas Abiertas fue de 81.5 por ciento, reportó Confidencial en su página de Internet.
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Ortega arremetió contra los gobiernos de Estados Unidos y de la Unión Europea (UE) que desconocieron los comicios y entre otras cosas los calificó de “colonialistas” y “fascistas”.
El mandatario acusó nuevamente a Washington de financiar las protestas de 2018, al tiempo que llamó “esclavos del imperio y traidores de la patria” a los líderes opositores y aspirantes a la presidencia encarcelados en los últimos cinco meses.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, “condenó” la “subversión de las normas democráticas” en Nicaragua. El gobierno de Ortega “ha privado a los nicaragüenses de cualquier opción real al disolver todos los partidos genuinos de oposición y encarcelar a los principales candidatos presidenciales. Esta represión y manipulación electoral, ampliamente denunciada por los ciudadanos locales y la comunidad internacional, despojó a la votación del 7 de noviembre de cualquier significado real”, señaló.
La Unión Europea denunció que los comicios “se llevaron a cabo sin garantías democráticas” y exigió a Ortega “devolver la soberanía” al pueblo nicaragüense; España declaró que se trató de una “burla”; Reino Unido afirmó que Nicaragua va por el “trágico camino del autoritarismo”.
En el mismo tenor, Colombia acusó un “fraude anunciado”; Chile, Ecuador, Perú y Uruguay rechazaron los resultados.
En contraste, el canciller ruso, Serguei Lavrov, señaló que la votación se dio “en el respeto de la ley” y consideró “lamentable” que la Casa Blanca no reconozca sus resultados.
El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, tras felicitar en Twitter a Ortega y a su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, comentó que las “elecciones fueron una demostración de soberanía y civismo ante la cruel campaña mediática que sufren”.
El gobierno de Bolivia “saludó” el resultado, y consideró que la jornada fue un “ejercicio pleno de la soberanía del pueblo”. El ex presidente Evo Morales celebró la victoria de Ortega, a la cual consideró “la derrota del intervencionismo yanqui”.
Amnistía Internacional advirtió que la previsible relección de Ortega “augura un nuevo y terrible ciclo para los derechos humanos”.
Rosario Murillo manifestó ayer que estas fueron “las primeras elecciones soberanas en la historia de Nicaragua”, y resaltó el alto índice de participación según cifras oficiales. Añadió que recibieron mensajes de felicitación de varios gobiernos “hermanos”.
Tres horas antes de conocerse los resultados, miles de simpatizantes sandinistas salieron la noche del domingo a celebrar con banderas rojinegras y se reunieron en la Plaza de las Victorias y sobre la Avenida Bolívar, en Managua.
La oposición llamó a la población a quedarse en casa y no votar, en protesta contra el proceso electoral y la víspera denunció la captura de dirigentes.
La policía detuvo en junio a siete aspirantes a la presidencia por cargos que equivalían al de traición. El día de las elecciones seguían detenidos. Los otros candidatos que contendieron eran todos políticos poco conocidos de partidos menores considerados afines al FSLN.
El Frente Sandinista y sus aliados controlan el Congreso. Ortega sirvió un primer mandato entre 1985 y 1990, antes de regresar al poder en 2007. Hace poco declaró “copresidenta” a su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo. Ese cargo no existe en la Constitución.