El pintor y escultor mexicano Pedro Friedeberg (Florencia, Italia,1936) es un ejemplo vivo de que no hay edad para reinventarse e innovar. Entonces, no es de sorprender que haya incursionado en el criptoarte con el uso de NFTs.
Es decir, “un archivo digital único autentificado de una cadena de bloques consensuado en nodos de una red en el ciberespacio, que contiene una pieza de arte criptográfico ‘non fungible’ con un tipo de token”, se lee en el anuncio de SD: Sana Distancia, su primera exposición de NFTs y criptoarte en alianza con CAM Galería. Lo que diferencia la obra de Friedeberg de otros ejemplos de cripto-arte es que tiene movimiento o animación. Se trata de un arte “intangible”; sin embargo, el artista exhibirá una serie de dibujos producto de su experiencia durante el confinamiento.
El pintor llegó a México en 1939 y con el tiempo se naturalizó mexicano. Catalogado como surrealista, este movimiento “para Friedeberg no es sino el método del que se ha valido para expresar la burla, el sarcasmo y su profundo desencanto. No existe un solo valor que el artista respete; es el surrealista de la negación de los valores del surrealismo”, escribió la crítica de arte Ida Rodríguez Prampolini en el libro El surrealismo y el arte fantástico de México (1969).
Hombre de pocas palabras, Friedeberg accedió a conceder una entrevista por escrito a La Jornada:
–¿Cómo se interesó en experimentar con el criptoarte? ¿Quién se acercó a usted y lo propuso?
–Mi curador, Alejandro Sordo, y mi hija, Diana Friedeberg, me lo propusieron. Hace muchos años (2010) un tal Ricardo ya me hizo unas cosas geniales con movimiento. Yo no comprendo todas estas “magias modernas”, pero me parecen extraordinarias.
–¿Cuál fue su primera impresión al escuchar esta propuesta?
–Delirantemente feliz. También ya habían hecho algunas cosas en movimiento en la estación Bellas Artes del Metro.
En septiembre de 2019, Friedeberg presentó una exposición en la que intervino las paredes y escaleras de la estación Bellas Artes del Metro. En un túnel de 18 metros de largo se presentaron consecutivamente dos obras animadas de su autoría que, con la más alta tecnología digital, buscaban “exaltar, así como calmar, la emoción de los pasajeros con un conjunto de sensaciones extraordinarias”, explicó en la inauguración el curador Alejandro Sordo.
–¿Cómo fue su proceso de trabajo? ¿Dónde ocurrió? Leo que los NFTs fueron realizados en San Agustinillo, Oaxaca. ¿Se desplazó hasta allá?
–Pasé los primeros cuatro meses de la pandemia allí y produje los dibujos básicos que luego fueron vistos por Deborah Holtz, de Trilce Ediciones, mi editora predilecta.
Entre 2010 y 2011, Trilce Ediciones, el entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y la Universidad Autónoma de Nuevo León publicaron De vacaciones por la vida: memorias no autorizadas del pintor Pedro Friedeberg relatadas a José Cervantes. En la presentación del libro, René Solís explica que una memoria difiere ligeramente en carácter de una autobiografía al tener un enfoque más estrecho, más íntimo, y se concentra en recuerdos, anécdotas, sentimientos y emociones.
–¿Cómo cambió su estética? ¿Qué fue lo que ya no pudo hacer? ¿Qué nuevos horizontes le ofreció el criptoarte?
–No poseo una estética rígida, inamovible; sin embargo, mi arte gráfico se reconoce a gran distancia con microscopio o telescopio, o a ojo desnudo.
–¿Piensa seguir trabajando el criptoarte?
–Si me lo sugieren, siempre estoy dispuesto a todo y aún más.
–¿Se considera innovador?
–Sí y no. Soy un innovador reaccionario conservador, pero underground y algo avant-garde, como los futuristas italianos de 1912. No hay nada nuevo bajo el sol.
–¿Su arte ha cambiado para siempre?
–Mi arte no es arte, es artesanía de “un mundo feliz” o naranja mecánica cruzando el mar rojo.
La exposición SD: Sana Distancia permanecerá hasta febrero de 2022 en CAM Galería (Aristóteles 354, Polanco).