El fin de semana pasado se manejaron dos casos escandalosos, y por las razones que sean, se hicieron públicos con datos equivocados, pero en ambos, con la idea manifiesta de golpear al gobierno de la 4T.
Primero fue la especie que hizo suponer que el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, había sido el factor que echaba por tierra la posibilidad de que la Cámara de Diputados discutiera y en su caso aprobara la Ley Eléctrica que envió el presidente López Obrador al Congreso.
Tal vez no corresponda al representante de aquel país desmentir trascendidos, pero a nadie le hace bien mantener vivo un rumor que causa daños. A decir verdad, Salazar emitió un tweet, en el que aseguró “sostuve hoy importantes reuniones con el @GobiernoMX para hablar sobre reforma energética. Quiero aprender más sobre el ímpetu de esta reforma constitucional. Nos comprometimos a continuar el diálogo sobre este crítico asunto los próximos días”.
El mensaje del embajador explica que sostuvo “reuniones” en plural, es decir, cuando menos dos, y asegura que se tocó el tema de la reforma eléctrica. No dice en cuál de ellas, aunque hace suponer que en ambas, y tampoco las ubica.
Luego de ese tweet en la cancillería se supo que efectivamente el embajador se había reunido con funcionarios mexicanos para tratar el tema. En la reunión estuvo Rocío Nahle, secretaria de Energía, Manuel Bartlett, director de la CFE, el canciller, Marcelo Ebrard, quienes expusieron las razones de la ley frente al representante de EU.
Un par de detalles del encuentro son fundamentales para entender lo sucedido. Uno, que la reunión no se efectuó en Palacio Nacional, sino en la Secretaría de Relaciones Exteriores, y el otro, que como dijo el propio embajador, las pláticas seguirán adelante. La exposición del director de la CFE fue lo suficientemente larga como para acabar con el tiempo que había destinado Ken Salazar a la cita que se había programado con días de anticipación. La entrevista en el Palacio Nacional se efectuó en el despacho del secretario de Hacienda, y se dice que no se trató ahí el tema de la reforma.
El asunto llamó a preocupación porque a partir de los datos equivocados se podría creer que México había cedido, sin más, a las presiones de EU y sus empresarios, aunque todos sabíamos que aplazar la discusión de la ley era el resultado de la imposibilidad de Morena de conseguir los votos suficientes para aprobarla.
No obstante, se trató de hacer creer que el embajador había doblado a los funcionarios mexicanos y los obligaba, por lo pronto, a dilatar la discusión de la ley.
En el caso de la secretaria de Turismo de la CDMX, defenestrada, bien podríamos decir que la culpa no es de la funcionaria, sino del que la invitó al baile, o a la boda.
También se hizo creer que era la ahora ex secretaria la que portaba 35 mil dólares, cosa que como se aclaró en el acta de hechos que se levantó en Guatemala, no era cierta, por eso la jefa de Gobierno salió primero en redes y luego en persona a hacer el señalamiento puntual de que los dineros hallados en el avión particular en el que viajó la ex funcionaria, no le pertenecían.
Sin querer emular a quien tiene la chamba de desmentir información, lo que se ha escrito aquí sólo busca pedir que las cosas se aclaren para la tranquilidad de mucha gente en el país, y nada más.
De pasadita
Los problemas de Morena en la ciudad persisten, ahora nos cuentan que no se pudo acreditar más que a un millar de promotores del voto para el desafuero, por problemas internos del partido, problemas que aún no se resuelven y que comprometen la consulta que viene en esta capital, aunque en la dirigencia se explica que las diferencias al interior del partido no fueron las causas que llevaron a que sólo se registrara a ese pequeño grupo de promotores. Aguas.