Ciudad de México. El anuncio realizado el jueves pasado por la cancillería para abrir las primeras convocatorias de este sexenio de ingreso y ascenso en el Servicio Exterior Mexicano (SEM) “son apenas un primer paso” para resolver las múltiples inquietudes entre los integrantes del cuerpo diplomático del país.
Empleados del SEM expusieron lo anterior y detallaron que son varias las problemáticas acumuladas por sexenios, mismas que hasta ahora no han sido resueltas. Aseguraron que “no existen canales de comunicación e intercambio” con los altos funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), al igual que sucedió en administraciones anteriores.
En el marco del Día de Diplomático –que se conmemora este lunes— confiaron en que se dé “una mayor apertura” por parte del canciller Marcelo Ebrard Casaubón y su equipo a fin de que puedan exponer sus preocupaciones y trabajar en soluciones.
La Jornada charló con varios integrantes de distintos niveles del SEM, quienes ante el temor a posibles represalias y congelamientos, sobre todo después de que se abrieron los concursos de ascenso e ingreso, prefirieron que por el momento sus nombres se mantengan en reserva.
Dirigieron en particular sus reclamos al director general del Servicio Exterior y Recursos Humanos de la SRE, Moisés Poblano Silva.
Hace un par de semanas, tras una conferencia sobre los consulados en Norteamérica, el funcionario se refirió al tema a pregunta de este diario. En ese momento –antes de las convocatorias de movilidad— dijo que las inquietudes de los trabajadores diplomáticos se limitaban a los ingresos, rotaciones y ascensos. Y aseguró que existe “una comunicación directa y constante” con los representantes de rango que pertenecen a la comisión de personal, autoridad máxima del SEM.
“Tenemos comunicación directa con ellos, hasta donde sé, no hay alguna otra inquietud y como lo dijo el señor canciller –en días pasados— si hay algún servicio exterior cuidado en el mundo, es el mexicano”, afirmó.
Sin embargo, técnicos administrativos, agregados diplomáticos, secretarios, cónsules y ex funcionarios que han manejado el SEM y que son embajadores expusieron otra realidad. Una de las más grandes inquietudes es que en más de dos décadas sus salarios no se ha incrementado.
La falta de movilidad profesional y de ingresos –dijeron— genera estancamiento y frustración, con lo que se pierde estabilidad y productividad por parte de estos profesionales.
“El último aumento salarial para el sector se dio en 1999, en el sexenio de Ernesto Zedillo, con la embajadora Rosario Green era canciller y José Ángel Gurría como titular de Hacienda. En 2013, durante la reunión de embajadores y cónsules, el presidente Enrique Peña Nieto le pidió a su canciller, José Antonio Meade, subir los sueldos del SEM, pero el entonces secretario de Relaciones Exteriores no movió un dedo”, recordaron los denunciantes.
Otro punto que destacaron es que ante cada cambio de administración se dan nombramientos políticos –válidos por ley— en altos puestos diplomáticos y en el seno de la SRE, los cuales “son un cuello de botella” para la movilidad.
“Esto además de desincentivar, genera que los nuevos funcionarios en esos altos cargos no confíen en nosotros. Nos consideran parte del gobierno anterior y en definitiva no es así. No negamos que hay trabajadores ineficaces, pero en general el SEM se conforma por profesionales comprometidos”, señaló uno de los entrevistados.
Un embajador y ex funcionario diplomático remarcó: “Siempre que viene un nuevo ministro pone a su equipo, tienen derecho porque así funciona la democracia, ellos ganaron las elecciones. Pero habitualmente esos colaboradores traen una visión del mundo localista, no necesariamente conocen la ley del SEM. Se convierten en mafias que defienden sus posiciones. ¿Esto se encamina a construir un SEM sólido que pueda transitar por sexenios y por partidos políticos?”
El embajador David Nájera, presidente de la mesa directiva de la Asociación del Servicio Exterior Mexicano (ASEM), instancia creada en 1955 y que representa a más de 600 miembros de ese cuerpo diplomático, indicó en entrevista que a esta agrupación no le interesa confrontar ni destruir, pero atenderá y negociará para que las quejas de sus agremiados sean escuchadas y resueltas.
“La certidumbre escalafonaria y geográfica motivaría mejor ambiente entre estos profesionales que brindan un servicio al país. Los compañeros han expuesto que no hay interlocución ni sensibilidad en la actual administración en la SRE”, expuso.
La falta de procesos de atención por parte de las autoridades diplomáticas y el aislamiento en el que muchos de los miembros del SEM se encuentran, pues pasan años en el exterior, genera que no puedan aportar toda la experiencia y capacidad acumuladas por años de servicio, apuntaron.
“Es un problema integral, no es contra Ebrard, ha sido una constate por años. No es un mero tema de dinero sino de desarrollo personal y profesional, de proyecto de vida. Supongamos que a los 26 años un tercer secretario es enviado a alguna sede en Europa, con un salario de 4 mil euros al mes. En ese momento es soltero, renta un pequeño departamento de menos de mil euros, puede darse en lujo de buscar las aerolíneas económicas para visitar otras ciudades o ir a tomar unos tragos a un bar. Pero diez años después, sigue siendo tercer secretario, con el mismo salario. Sin embargo, ya es casado, tiene dos hijos, debe cubrir más gastos y no le alcanza. Este profesional no tendrá dinero suficiente hasta que sea ministro o embajador, es decir, 20 años después”, ejemplificó un embajador.
Otro se suma en esa línea: “Esta falta de incentivos dentro del Servicio Exterior motiva a que los trabajadores realmente valiosos, ante los cambios de sexenio, abandonen en barco. Y es que por su capacidad se les abren opciones en organismos internacionales o en la iniciativa privada en el extranjero”.
En un análisis sobre los retos del SEM, publicado hace tiempo por el embajador en retiro Enrique Hubbard Urrea, sintetiza en un argumento las problemáticas acumuladas: “Es una verdadera ingenuidad pedir confianza a quienes se sienten víctimas de maniobras, intrigas, engaños y un aparente desdén hacia la carrera. Una y otra vez se le ha pedido al sufrido gremio comprensión, apoyo, pero sobre todo silencio”.
Hubbard ubica varios conflictos que aquejan a estos profesionales, y uno es la complejidad para que se abran los exámenes de ingreso y ascenso.
“Las convocatorias dependen de múltiples factores, pero el más determinante es la disponibilidad de recursos para la creación de nuevas plazas. Aunque en las filas del SEM hay una perenne escasez de elementos, la cancillería tiene que negociar con Hacienda la ampliación del presupuesto disponible a fin de estar en condiciones de reclutar refuerzos”.
En el caso de los procesos de promoción escalafonaria, dice, se dan diversas problemáticas como el competir en ocasiones en condiciones de desigualdad entre quienes han estado en adscripciones “atractivas” y los que han sido relegados “a destinos poco deseables”. Aunado a ello, los “sinodales” son otros de sus compañeros que en ocasiones actúan como inquisidores por la forma “petulante y agresiva” en que conducen la evaluación. “El problema no es la negativa (al ascenso), sino la forma”.
En en análisis, el embajador en retiro detalla: “A un funcionario cualquiera le lleva casi 20 años llegar a la cúspide de su carrera, en el mejor de los casos; mientras otros recorren esa ruta en cinco o seis. Salta a la vista el contrasentido imperante”.
Un embajador en retiro mencionó que son muy pocos de los titulares de la SRE que han construido un camino positivo junto a los profesionales del sector. “Recuerdo al canciller Bernardo Sepúlveda, siempre fue muy respetuoso; a Fernando Solana, quien trató de detectar talento e incorporó gente valiosa del SEM a su equipo”.
Para contrarrestar las problemáticas entre los trabajadores, plateó la necesidad de crear comités y escuchar a los verdaderos afectados.
“México debe apoyar y motivar a sus jóvenes. Se les debe tomar en cuenta para saber si sus demandas son o no justas. No podemos tener un canciller que sólo consulte a las élites de embajadores en activo o retiro, debe sobre todo conocer la opinión de los jóvenes que están haciendo carrera. Preguntar, por ejemplo, a quienes ingresaron al servicio a través de examen de oposición si ese proceso les parece justo. La perspectiva de los embajadores sería otra, para ellos quizás la pregunta sería ¿si recomendarían esta profesión a sus hijos? Y si dicen que no, algo está mal”.