La historia contemporánea de México no puede ser narrada sin atender al liberalismo. En 1867 los liberales intentaron aplicar íntegro su programa de libertades políticas y económicas. Lograron la separación del Estado y la Iglesia pero fracasaron en sus otras metas porque la realidad social no puede ser modificada con el romanticismo progresista. No se puede detener la violencia ni lograr un crecimiento económico si la inestabilidad y el desequilibrio social se mantienen o aumentan.
Durante el porfiriato se aplicó a fondo el liberalismo económico. Se incrementó la inversión extranjera, hubo crecimiento, paz y estabilidad social, pero no hubo redistribución del ingreso y el liberalismo político desapareció del mapa. De hecho, la Constitución de 1857 quedó abolida. La crisis externa y la debilidad interna provocaron que las condiciones sociales y la falta de flexibilidad política llevaran otra vez al ciclo de rebelión versus dictadura en 1911.
El sistema desembocó en un partido único que trajo estabilidad y paz. El PRI se consideraba liberal, pero no aplicó esos principios, sino que fortaleció la figura presidencial y eliminó los contrapesos democráticos en el Congreso y en la Federación, hasta convertir al régimen en una forma de monarquía sexenal, cada vez más parecida al porfiriato, sin permitir la relección a la que se volvió tan aficionado el general oaxaqueño. El fracaso financiero del régimen priísta llevó a los tecnócratas a renunciar al nacionalismo y a imponer una forma perversa de liberalismo económico. La redistribución del ingreso se dio al revés y la corrupción se expandió. A este ensayo se le llamó neoliberalismo y duró 40 años.
¿Estamos viviendo un reverdecimiento del liberalismo político? La libertad de prensa y de crítica se han intensificado. En 2018 y 2021 hubo elecciones genuinas y los resultados fueron legales y justos. Por lo que toca al liberalismo económico, aunque el poder del Estado se ha ido imponiendo en los últimos mil días, la estructura social, la desigualdad y la pobreza siguen vigentes. La aspiración colectiva es lograr la estabilización del sistema democrático y disminuir la desigualdad social. La sociedad se ha politizado y ha madurado. ¿Será posible desarrollar el liberalismo político y propiciar una economía de mercado de origen liberal pero atemperada por la rectoría y la gestión de un Estado poderoso?