Hace dos años no pelea. Como muchos, Silvia Torres, hermana de la mítica Ana María, La Guerrera, se vio de pronto ante un mundo paralizado por una pandemia. En el verano de 2020, cuando la industria del boxeo se las ingeniaba para sobrevivir en medio de las restricciones sanitarias, la joven ex campeona estaba anunciada en una cartelera a puerta cerrada, fue una de las primeras que tuvo que ser apartada tras dar positivo por Covid en los controles para esa función.
Sin mayor complicación de salud, Silvia tuvo que esperar. Ya recuperada, una lesión la obligó a retrasar otra vez el retorno al cuadrilátero. Después de la paciencia obligada, la Guerrerita volverá al ring el próximo 4 de diciembre y será ante la campeona mundial en peso átomo, Monserrat Alarcón, boxeadora que ha ganado y defendido cinturones como si la vida le fuera en juego.
“Ha sido una larga espera y por momentos fue muy desesperante no poder regresar”, reconoce Silvia, quien ya fue monarca minimosca.
“Después de tanto tiempo para retornar no podía hacerlo con una pelea menor”, sostiene; “volver ante una campeona tan brava como Monserrat es lo que necesita alguien que ama boxear”.
De algún modo, los efectos negativos de la pandemia en la vida de Silvia apenas empiezan a diluirse. Volver a pelear en un mundo distinto al que lo hizo en la última vez que subió al cuadrilátero en diciembre de 2019 es una experiencia indescriptible para la Guerrerita.
“Han sido dos años muy difíciles, no sólo para mí, para mis compañeros, para la gente”, comenta; “por eso esta oportunidad, aunque es una división abajo de la que fui campeona, la acepté con entusiasmo, porque quiero boxear y poder hacerlo por un título mundial es todavía una mayor suerte”.
Al finalizar aseguró: “ver que se están yendo las grandes, como Jackie Nava, Mariana Juárez y mi hermana, me hace pensar que tenemos mucho por hacer”.