Natalia Cruz es una cantante muy afincada en sus raíces y tradiciones musicales, a quien se le valora por el empeño en investigar y difundir la música tradicional de su región, el Istmo de Tehuantepec, y la defensa de su lengua materna, el zapoteco,o diidxazá, cuya dulzura y nobleza transmite por medio de la melodía de su voz.
Originaria de Asunción, Ixtaltepec, población enclavada en la región del Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, “el último bastión de la nación zapoteca”, el mismo pueblo donde nació Jesús Chuy Rasgado, el compositor de Nayla y Silencio y olvido, Natalia es reconocida como la más auténtica divulgadora de la música tradicional istmeña ya que, contrario a otras exponentes de esos géneros respeta las formas de hacer y cantar con instrumentos tradicionales y los textos dichos en zapoteco.
Todos sus trabajos discográficos, que son seis, han sido sobre música tradicional oaxaqueña, y en sus conciertos, como los que acaba de ofrecer en la sección del Lago de Chapultepec, por el Día de Muertos, despliega ese abanico de sones, chilenas, boleros y canciones plenos de melancolía y viveza.
“Desde un inicio empecé cantando música tradicional oaxaqueña porque es la que siento, la que mejor me sabe”, nos dice en entrevista la cantora e investigadora. “Es la música con la que nací, con la que he vivido, con la que hemos enterrado a los abuelos, a los padres… porque allá en el istmo nacemos, crecemos y morimos con música”.
Menciona que la música tradicional istmeña es rica en valores y tiene mucha historia.
“Sabemos que mucha de la música tradicional mexicana ha recibido influencia española, de origen andaluz sobre todo, y esta es una raíz innegable en el caso del son tradicional istmeño. La sandunga, nuestro primer son, originalmente se tocó en Europa por 1840 y llegó a México y luego a Oaxaca donde don Máximo Ramón Ortiz lo escuchó y se lo llevó al Istmo de Tehuantepec y ahí se le despojó, de alguna manera, del estilo europeo y se le aplicó la identidad zapoteca dejando de ser un jaleo andaluz para convertirse en un son istmeño. Bajo esa estructura de vals istmeño se compusieron otros sones en lengua materna, en zapoteco, como La petrona, La tortuga del arenal, La petenera y otros sones de boda”
“Hubo un tiempo en que la música del istmo no trascendía más allá de la región. Los grandes sucesos musicales se daban en las comunidades porque era una música de consumo propio”, explica Natalia. “Una música destinada a las fiestas patronales, bodas o sepelio”.
En un principio la música tradicional no era cantada, era bailada, con el tiempo empezaron a aparecer compositores, como don Margarito M. Guzmán, autor de Celosa, un vals icónico de la música istmeña que acaba de cumplir 100 años de su creación, y a partir de ahí empezaron a aparecer una interminable gama de sones istmeños como La Llorona, La Juanita, El lucero de la mañana, La Martiniana… entre otros”.
Otra circunstancia que se dio en el proceso del son istmeño fue la preponderancia y el dominio de los hombres. “Con la participación de mujeres como Elba Cabrera Trinidad, símbolo de la música zapoteca de Santo Domingo, Tehuantepec, el espectro se abrió. Cantantes como Tehua, Chavela Vargas, Eugenia León y Tania Libertad empezaron a cantar nuestros sones”, nos dice.
“Por cierto, fue Tania Libertad la primera en grabar una canción en zapoteco, Guenda Nabani, una canción triste de despedida que fue todo un éxito”.
“En el Istmo tenemos una gran tradición musical. Prácticamente toda la música que se conoce de Oaxaca proviene de ahí. Nosotros estamos trabajando en el repertorio para hacer nuevas propuestas.
para darle un alto nivel a nuestra tradición, un nivel con el que pueda competir con cualquier música del mundo, no sólo tradicional sino también comercial. Y esto ha sido un reto grande, de mucho estudio, de mucha preparación y de mucha lucha.
En el año 2006 grabé mi primer disco que se llamó Guenda Nabani. Luego vinieron Ojos negros (2007), La Bruja (2010), X tiidxariuunda’ Binniza (2011), De tradiciones y nuevas rolas en directo (2011), Ladxidua, Mi corazón (2013) y Saa Xquidxe, La fiesta de mi tierra (2017). Ahora estoy preparando el número siete con la misma idea de difundir la música tradicional y la de artistas independientes .
Natalia Cruz, con su banda La Istmeña se presentarán el 11 de noviembre en el Festival Internacional La Nao de Acapulco.