La noción del maíz como alimento sagrado ha sido sustituida por marcas trasnacionales en la exposición Happy Milpa en la que los artistas Rodrigo Ímaz y Santiago Robles lanzan un llamado de alerta, en medio de la caótica vida moderna, contra la globalización y el Tratado México Estados Unidos y Canadá (TMEC).
En el nuevo imaginario, el dios Quetzalcóatl, encargado de proveer la lluvia para la fertilidad de la ancestral milpa, danza mientras se toma una selfie con rostro de muerte.
“Ahora el poder económico rige a la sociedad, los nuevos dioses se presentan en un panteón prehispánico alineados a la época contemporánea”, refiere Santiago Robles al presentar la exhibición en la galería de Callejón San Ángel, antes de la inauguración.
Apuntó que desde la década de los años 90, la firma del entonces TLC influenció con un discurso unificador respecto de la identidad nacional, el cual ha sido cuestionado desde los puntos de vista antropológico, económico, social, político e histórico.
“Pero también desde el campo del arte, porque éste nunca debería estar disociado de la realidad cotidiana”. En las obras es posible ver de qué manera este discurso unificador se fragmenta, cuestiona y critica. Agregó Ímaz : “Esta exposición habla del elefante que está en medio de la casa y que nadie se atreve a cuestionar”.
En lo alto de una pirámide una sucursal de Walmart corona el ascenso hacia lo sagrado, mientras los logotipos de famosas marcas trasnacionales de papitas fritas y refrescos son representados con collages de miles de granos de maíz transgénico o, después de la larga peregrinación de los antiguos mexicanos, se encuentran con el rostro de Donald Trump y un partido en el poder por 70 años.
En náhuatl, la palabra “milpan” es la parcela sembrada, y consiste en un complejo sistema agrícola y cultural mesoamericano que sobrevive en algunos centros campesinos e indígenas. Implica la rotación de cultivos de maíz, calabaza, frijol y chile, alimentos fundamentales de la alimentación de los mexicanos. Además, mantiene la fertilidad del suelo y la erosión.
“Las marcas son ahora los nuevos símbolos de identidad; las tiendas, los nuevos templos devocionales, y el cuidado de la mercancía está por encima del cuidado de la naturaleza”, expone Octavio Avendaño en el texto museográfico, donde se explica el mensaje de Ímaz (1982) y Robles (1984), sobre el proceso de conquista que se ha extendido a lo corporativo con el fin de desplazar identidades culturales locales por un imaginario globalizado.
El Códice Starbuckstlán se extiende en el centro del salón iluminado por elegantes candiles. La edición facsimilar de Robles reinterpreta el trayecto de los mexicas para fundar Tenochtitlan de acuerdo con los códices Azcatitlan y Boturini, pero en el nuevo contexto del TMEC y de la época global. Una de las impresiones de esta pieza gráfica fue donada recientemente al acervo del Museo Nacional de la Estampa.
Los lienzos revestidos con maíz transgénico reflexionan sobre la promesa de bienestar que esta gama de alimentos trajo para la humanidad y la ecología. Sin embargo, se trató de una máscara: el mundo que ofrecía ha beneficiado a grandes compañías trasnacionales y comprometen la soberanía alimenticia, además de las afectaciones a la salud por el consumo de glifosato. El título Happy Milpa hace alusión a la conocida cajita feliz (o Happy Meal) que distribuye una cadena de comida rápida.
Son 26 piezas, en un mismo número de técnicas como óleo, acrílico, grabado, las que se colocaron en la galería en el edificio que amalgama lo antiguo e industrial. La exposición se ubica en la planta alta de avenida de la Paz 57, en San Ángel. Al entrar, el payaso de la marca de hamburguesas devorando una serpiente y rodeado de águilas da inicio al recorrido figurativo que crítica el consumismo y la generación de desechos.
Coincidencias en su discurso estético y puntos de vista inspiraron la propuesta con la que comparten espacio los artistas egresados de la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en una exposición que inauguraron el pasado 5 de noviembre.
“Los remanentes históricos de Ímaz se decantan en una poesía de la desolación que reclama la intervención divina ante la catástrofe. Lo mismo sucede con Robles, quien de manera irónica nos replantea la manera de ver y de relacionarnos con los símbolos del capitalismo. Con esta exposición, ambos artistas se ponen en diálogo con la tradición del arte nacional: explorar las identidades de lo mexicano ante la historia”, se describe en el texto de presentación en la galería.
Happy Milpa está abierta diario, de 11 a 18 horas, con entrada libre y hasta finales de noviembre. De manera paralela a la exhibición se organizan varias actividades, como la proyección del filme Juan Perros, opera prima de Rodrigo Ímaz que se exhibió en la Semana de la Crítica del festival de Cannes en 2017 y con la que ganó el Festival Internacional de Cine de Morelia en 2016.