¿Qué piezas tienen que moverse para detener la extrema violencia contra los indígenas de Los Altos de Chiapas? Esta semana el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (Frayba) reportó que alrededor de 3 mil tsotsiles de 10 comunidades de Aldama fueron forzados a desplazarse para protegerse de los ataques armados que un grupo paramilitar de Santa Martha, del municipio vecino de Chenalhó, inició desde el pasado primero de noviembre.
El Frayba informa que en tan sólo cuatro días se registraron 47 ataques con armas de alto calibre contra las comunidades tsotsiles de Aldama, cuyos habitantes se refugiaron en las montañas. “Las agresiones armadas no han cesado y los habitantes se encuentran sitiados”, alertó el centro de derechos humanos que da seguimiento a esta emergencia que, a pesar de las múltiples denuncias, no alcanza a dimensionarse.
Los 3 mil desplazados pertenecen a las comunidades de Chayomte, Juxton, Stzelejpotobtik, Chivit, Yeton, San Pedro Cotzilnam, Tabac, Coco y una parte de Xuxchen. En los últimos cinco años los ataques armados se han recrudecido, poniendo en peligro la vida de la población aún en las montañas, “todo bajo la tolerancia y complicidad del gobierno mexicano”, como lo advierte el Frayba, organismo que exige un alto a la simulación de los gobiernos federal y estatal para atender el conflicto en Aldama y Santa Martha.
Sectores de la sociedad civil que durante muchos años presionaron a los gobiernos priístas que solaparon, auspiciaron, entrenaron y armaron a los grupos paramilitares que cometieron masacres como la de Acteal en 1997, ahora brillan por su ausencia. Entre las excepciones a la indiferencia se encuentra la actriz Ofelia Medina, quien continúa con campañas permanentes para llevar alimento a los desplazados.
Por eso el llamado urgente del Frayba a repudiar con acciones la grave situación de violencia en Chiapas, tal como lo convocó recientemente el EZLN en el comunicado “Chiapas al borde de una guerra civil”. ¿A quién le conviene que explote el polvorín? La solución no vendrá de quienes promueven y financian a los paramilitares, y entonces, ¿de quién?