La creciente documentación del comercio carnal de niñas pobres obliga a preguntar al gobierno, a la sociedad y a los grupos feministas en particular, ¿qué estamos esperando para actuar públicamente contra tal horror? La indiferencia y el desamor hacia las quejas de la naturaleza y el sufrimiento de la niñez son los mayores pecados de la humanidad: formas de autodestrucción que llevarán fatalmente a la extinción o degradación inimaginada de la especie humana.
El 16 de abril se celebra el Día Mundial contra la Esclavitud Infantil. Un día como ése, en 1996, Iqbal Masih fue asesinado por las mafias del negocio de las alfombras en Pakistán. Tenía sólo 12 años y había pasado la mayor parte de su vida esclavizado en fábricas. A los 10 años se unió a los activistas contra la explotación infantil, logrando el cierre de varias fábricas explotadoras de niñas y niños. Le costó la vida.
La esclavitud infantil no es cosa del pasado, existe en sociedades actuales con múltiples caras: explotación del trabajo de niños, trata de éstos, su reclutamiento como soldados, la prostitución y el matrimonio forzados. No se tiene la cifra exacta, pero se sabe que hay millones de víctimas de esta esclavitud en el mundo y se calcula que por cada una identificada existen 20 sin identificar. En todos los países del mundo hay formas de abuso y esclavitud infantil. Destacan no sólo países pobres, sino economías fuertes como Estados Unidos, España o México. En España, la Federación de Mujeres Progresistas redactó el Informe No acepto, Red de trabajo sobre los matrimonios forzados; destaca que las niñas son frecuentemente el principal objetivo de redes de trata, que las convierten en esclavas sexuales o “venden” su virginidad al mejor postor.
En varias regiones de México hay venta de niñas para supuestos matrimonios, pero a las personas no se les vende y las niñas son personas. De acuerdo con nuestra Constitución Política y la Convención Internacional de los Derechos de la Niñez, corresponde al Estado mexicano proteger a la infancia y prohibir estas prácticas, que tienen origen en tradiciones que se han pervertido.
PD “Tres cosas nos quedan del paraíso: las estrellas de la noche, las flores del día y los ojos de los niños”… Dante Alighieri.
(Feliz o triste, su mirada).