A pesar de las políticas de género y la participación de más mujeres en la policía, persisten prácticas y actitudes relacionadas con el modelo de masculinidad hegemónica que favorecen el abuso de la fuerza contra la ciudadanía y permiten que continúe la violencia, como el acoso sexual, dentro de las corporaciones, afirmaron especialistas.
Olivia Tena, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, expuso que la dureza, al restringir las emociones, es decir, no mostrar dolor, “son conductas vinculadas con la masculinidad que son exacerbadas en la policía”.
José Luis Garcés Naranjo, director nacional de investigaciones contra la violencia de género de la Policía Nacional de Ecuador, mencionó que durante mucho tiempo la masculinidad se consideró necesaria para ser un buen funcionario. La policía ha estado ligada “a esos aspectos de superioridad, agresividad y fuerza”, lo que ha contribuido a generar “una desvalorización y rechazo hacia lo que se considera femenino”.
Agregó que eso se ha ido transformando en su país y que desde hace 52 años ingresaron las primeras mujeres a la policía. Hoy Tanya Valera “es la primera comandante general de un cuerpo de policía en Latinoamérica”, tras una carrera de 37 años de servicio, dijo.
Catalina Mellado, investigadora de la Universidad de Chile, refirió que según el Banco Interamericano de Desarrollo, en promedio los cuerpos policiales de la región están formados por 13 por ciento de funcionarias. No obstante, muchas veces “se les asignan roles que se asocian a ciertos valores de lo femenino, como el cuidado, las comunicaciones, la empatía e incluso labores de administración”, señaló.