Parece que en las altas esferas alguien despertó del profundo sueño de tortugas en el que se mantuvo durante la primera mitad del actual gobierno federal, porque en apenas tres días consiguió lo que no pudo o no quiso hacer en ese tiempo transcurrido: el pasado jueves la Fiscalía General de la República finalmente logró enchiquerar a Emilio Lozoya Austin y 48 horas después obtuvo orden de captura contra otro director general de Petróleos Mexicanos, Carlos Treviño Medina, el último de los tres que tuvo Enrique Peña Nieto en su sexenio.
Para nadie es sorpresa que desde muchos años atrás la otrora paraestatal se convirtió en una verdadera cueva de ladrones y que el saqueo en todos sus escalones y esferas fue la norma, especialmente si de directivos se trataba, sin olvidar al sindicato, los contratistas y un largo etcétera. Con el cambio de gobierno comenzó a limpiarse el cochinero, la gruesa capa de mugre dejada, especialmente, por el régimen neoliberal. Ya cayeron algunos, pero muchos están en lista de espera.
Ayer llegó el turno para uno de ellos. La información de La Jornada (Gustavo Castillo) lo reseñó así: “con base en las declaraciones de Emilio Lozoya Austin, la Fiscalía General de la República obtuvo orden de captura en contra del ex director de Petróleos Mexicanos, Carlos Treviño Medina, a quien señala de haber recibido 4 millones de pesos para que se aprobara un contrato multianual con la empresa Braskem, una filial de Odebrecht, y con ello se transformaría etanol en productos de polietileno, obteniendo la compañía brasileña un precio menor a 25 por ciento del costo del mercado internacional, en el insumo principal para la operación de la planta que se localiza en Nanchital, Veracruz.
“Funcionarios del Poder Judicial de la Federación confirmaron que Daniel Ramírez Peña, juez de control con sede en el centro de justicia penal, con sede en Almoloya de Juárez, libró el mandato judicial luego que Carlos Treviño Medina no compareció el pasado 7 de septiembre. El Ministerio Público Federal acusó al ex funcionario, quien fue el último director de Pemex durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, de los delitos de asociación delictuosa y operaciones con recursos de procedencia ilícita”.
Treviño Medina apenas duró un año (noviembre de 2017 a igual mes de 2018) en el puesto, porque el sexenio de Peña Nieto se acercaba a su fin, aunque antes ocupó la jugosa dirección corporativa de administración de Pemex, en tiempos de Felipe Calderón. Cuando se enteró que la FGR iba tras él, simplemente se autoproclamó “perseguido político”, hizo maletas y huyó, porque, según dijo, “no están dadas las condiciones para un juicio justo”.
Su designación como director general de Pemex coincidió con el destape de José Antonio Meade como candidato tricolor a la Presidencia de la República y la de José Antonio González Anaya como secretario de Hacienda del propio Peña Nieto.
Pues bien, la referida información de La Jornada detalla que la FGR “aportó como elementos de prueba distintos documentos que acreditarían que el contrato que firmó Pemex con Braskem se llevó a cabo sin autorización del consejo de administración de la petrolera mexicana, y que en esas negociaciones iniciadas durante el gobierno de Felipe Calderón continuaron durante la gestión de Enrique Peña Nieto, como parte de los compromisos contraídos, inicialmente por personajes de militancia panista y posteriormente en combinación con funcionarios del gobierno de Peña Nieto, entre ellos el ex secretario de Hacienda y candidato presidencial del PRI, José Antonio Meade Kuribreña.
“De acuerdo con la información obtenida, Meade Kuribreña habría recibido 4 millones de pesos; el también ex director de Pemex y antecesor de Carlos Treviño Medina, José Antonio González Anaya, 4 millones 390 mil pesos. Los recursos, a decir de Emilio Lozoya les ‘fueron entregados en sus domicilios personales’ el 15 de septiembre de 2014, y formaban parte de un total de 84 millones de pesos que entregó Braskem para sobornar a los ex funcionarios para que aprobaran el contrato con la compañía vinculada a Odebrecht”.
Y lo que viene –porque el inventario de funcionarios prianistas corruptos es abundante–, si es que en realidad la FGR y su tortuga mayor ya despertaron.
Las rebanadas del pastel
¿Será que el sombrerudo embajador gringo en México, Ken Salazar, juega a ser el nuevo Henry Lane Wilson y quiere su propio “pacto de la embajada”?