El destino del archivo, la obra y la biblioteca de Mario Lavista, fallecido el jueves, será determinado por un consejo asesor integrado por su familia y algunos de sus amigos más cercanos, como su colega Gabriela Ortiz y el director de ópera Sergio Vela, adelantó su hija, Claudia Lavista.
La bailarina y coreógrafa aclaró que el compositor no dejó disposición sobre ese patrimonio, y destacó que para ella y el resto de la familia lo más importante es que la obra de su padre se toque y escuche, además de que su legado permanezca y se proteja.
Admitió que por el momento desconoce si existen obras inéditas o inconclusas, y consideró que en breve comenzarán a surgir ideas de grabar música del compositor que no se ha grabado y armar colecciones de su obra y sus manuscritos. Tareas de las que, dijo, pueden encargarse colegas, alumnos y algunas instituciones.
“Nos reuniremos en ese consejo a decidir qué es lo mejor, porque quiero que la música y la obra de mi papá tengan acceso libre y puedan ser escuchadas por los jóvenes y personas de todos los países; que sus partituras estén abiertas y a la mano, y sus piezas sean tocadas por todas las orquestas.”
De la biblioteca, apuntó que se mantendrá un tiempo en el domicilio del autor, en tanto se define qué donar y a qué instituciones: “Hay ideas que quiero hacer relacionadas con donar sus cosas, sobre todo para los estudiantes más jóvenes, porque mi papá tenía una preocupación constante por las nuevas generaciones y un enorme amor por sus alumnos; lo quiero honrar de esa manera, donando sus materiales”.
Claudia Lavista anunció que en fecha próxima se publicará un libro de Ana Alonso con toda la obra de Mario Lavista y un análisis de ella, el cual aún alcanzó a ser revisado por él. “Estará abierto a todo, porque será de acceso libre en Internet”.
En cumplimiento de su voluntad, los restos mortales de Mario Lavista fueron despedidos ayer al mediodía en El Colegio Nacional, del cual era miembro desde 1998.
Último adiós en El Colegio Nacional
La instancia realizó un homenaje con la asistencia de la familia del compositor, encabezada por su mamá, doña María Luisa Camacho, de 97 años; su hija, Claudia Lavista, y su nieta, Elisa, además de miembros de ese cuerpo colegiado, amigos y seguidores de la obra del maestro.
La viróloga Susana López Charretón, presidenta en turno de El Colegio Nacional, hizo hincapié en que tres figuras centrales en la historia de la música en México han formado parte de esa institución a lo largo de su historia: Carlos Chávez, Eduardo Mata y Mario Lavista.
Destacó que éste tuvo una intervención de singular importancia en el complejo panorama musical del siglo XX: “No es exagerado decir que rescató a la música mexicana de la orfandad en la que se encontró a la muerte de Carlos Chávez, quien fue su maestro, y que le abrió caminos inusitados con sus inteligentes obras, donde experimenta nuevos lenguajes llenos de contrastes”.
El compositor Javier Álvarez, alumno y amigo de Mario Lavista desde 1970, lo definió como uno de los más grandes creadores musicales de nuestro tiempo, hecho nada menor, en su opinión, porque no es fácil ser compositor de música académica en un país donde poco se lee y menos se escucha o se va a conciertos.
“No obstante, al correr de casi cinco décadas, Mario inventó una manera de ser compositor a pesar de todo: el compositor de la ruptura; redefinió el papel y rompió con el territorio habitual del creador musical de su momento, y exploró con gran rigor, maestría y elegancia el ejercicio creativo, el magisterio, la escritura y la divulgación de su arte.”
El creador instó al Estado o a la iniciativa privada para dotar de apoyo a la revista Pauta, fundada por el maestro en 1982, a fin de que siga siendo la publicación de teoría y análisis musical más importante del mundo hispanohablante, como siempre lo ha sido.
El flautista Alejandro Escuer interpretó un par de piezas, una escrita por él en memoria del maestro, y Lamento, de Lavista, de quien el violonchelista David Rodríguez tocó asimismo Cuaderno de viaje.
Tras una guardia de honor montada por el escritor Juan Villoro, el biólogo Antonio Lazcano, el lingüista Luis Fernando Lara, el arquitecto Felipe Leal, el astrónomo Manuel Peimbert y Susana López Charretón, todos miembros de El Colegio Nacional, el féretro con los restos de Mario Lavista fue despedido con un minuto de aplausos.
Posteriormente, fue llevado al crematorio. Las cenizas permanecerán un tiempo en la casa del músico, sobre su piano, adonde sus amigos podrán acudir a rendirle homenaje tocando música.
Aunque no hay nada definido, existe la idea de llevarlas a diferentes lugares que él amaba, como Francia, Japón y el mar, dijo Claudia Lavista.