Lo único que prepara para la muerte de un padre es su amor incondicional, sin forma ni horario; un amor absolutamente luminoso fue el de Mario Lavista, afirmó su hija Claudia, durante el homenaje que se dedicó este jueves al compositor en el Palacio de Bellas Artes.
En la primera ceremonia luctuosa que se realiza en el recinto cultural tras el confinamiento por la pandemia de Covid-19, la también artista agregó que lo que recibió de su padre en 52 años fue puro amor, protección, guía y consuelo. “Mi papá fue el mejor que yo pudiera imaginar y el abuelo más increíble para Elisa, mi hija”.
“Mi papá era puro gozo”, refirió Claudia, “de una humildad increíble”. Recordó que era de placeres sencillos, como el de salir a comer arroz con huevo revuelto.
Lo definió como un ser de gran luminosidad para sus alumnos, en su creación sonora, hacia sus amigos y familia, misma que ejercía al ser papá.
La bailarina y coreógrafa señaló que su padre fue una parte primordial en su decisión de dedicarse a esa disciplina artística. “Siempre me impulsó. Fue mi gran maestro de vida, en el arte, la cultura, pero sobre todo fue mi gran maestro de amor”.
Claudia Lavista expresó que tuvo la enorme fortuna de escuchar la música de su padre cuando la estaba creando en el piano. “Su música era para mí como un útero, un gran cuenco tibetano en el que me he sentido siempre muy cómoda, bailando y moviéndome”.
Destacó que tuvo la dicha de hacer obra coreográfica con la música de su padre mientras él estuvo vivo y qué el la pudiera ver, dirigir y darle consejos en esa “experiencia creativa que es tan personal, particular y especial”.
Reconoció que su padre le decía al médico hasta hace poco: “Yo lo único que quiero es regresar a mi casa, tocar mi piano, estar con mi familia, ver a mi nieta y estar con mis amigos”.
“Para mi padre era importantísimo que su obra fuera escuchada e interpretada, que se hicieran coreografías con ella; nuestra tarea es ahora asegurarnos de que su legado sea de acceso para todos”, señaló Claudia Lavista.
En su intervención, la compositora Gabriela Ortiz mencionó que la obra de su maestro, Mario Lavista, “nos invita a un viaje, extraño y fascinante, en el que pareciera que nos adentramos en las aguas de otro mar, y ahí, escuchar sonidos transparentes. Siempre he admirado la delicadeza y fuerza expresiva de su música. Una personalidad única que nos habla de todo a todos”.
El reconocido compositor, agregó Ortiz, “tiende una línea vital entre la palabra y el sonido que imagina, para llevarnos a un mundo íntimo, etéreo y atemporal, y esto nos produce un goce profundo cuando lo escuchamos en nuestro interior”.
La titular de la Secretaría de Cultura federal, Alejandra Frausto, afirmó que ningún otro lugar era más indicado que Bellas Artes para realizar este homenaje, pues él es uno de los más queridos compositores mexicanos.
También se refirió a la labor editorial y pedagógica de Mario Lavista, que significó una revolución cultural en México y cuya muerte marca el fin de una época.
Cada intervención fue respondida con un aplauso para el artista.
Entre los asistentes estuvieron Vanessa Bohórquez, secretaria de Cultura de la Ciudad de México; el director de ópera y promotor cultural Sergio Vela; el ensamble Tambuco y el flautista Alejandro Escuer. Se desarrolló un programa musical de alrededor de una hora de duración.