Moscú. Una travesura de dudoso gusto –exhibir el trasero apenas cubierto con una sugestiva tanga delante de la catedral de San Isaac en San Petersburgo, que desde hace tiempo es más museo para atraer turistas que templo para oficiar misas– pudo costarle a Irina Volkova, modelo que quiere promoverse en Instagram, una pena de cárcel por “ofender los sentimientos religiosos” de sus compatriotas, pero una corte de la ciudad del Nevá tuvo a bien absolverla a inusual petición del representante de la fiscalía urbana.
“No hubo delito, las conclusiones de los investigadores se basan en suposiciones”, afirmó el funcionario de la instancia superior al solicitar a los jueces que liberaran a Volkova, quien tuvo que sentir en carne propia lo que es pasar un par de días entre las rejas, arrestada casi de inmediato por la policía tras una denuncia de un creyente indignado.
No faltaron las mentes enfermizas que vieron en la postura en cuclillas de la joven mujer la intención de hacer una felación a su acompañante. Volkova pidió perdón por eso y la corte se dio por satisfecha.
“Estuvo jugando a ser instabloguera, se tomó unas fotos sin reflexionar. Lo pensó mejor, retiró las imágenes y no volverá a hacerlo”, argumenta en un comunicado de su servicio de prensa.
La fallida aspirante a estrella de las redes sociales tuvo suerte, pues la sentencia de su caso se hizo pública un día después de que en Moscú otra corte condenó a 10 meses de prisión al bloguero Ruslan Bobiyev y su pareja, Anastasia Chistova.
Ofensa a fieles de la Iglesia ortodoxa
Se les declaró culpables por otra acción que podría afectar a los fieles de la Iglesia ortodoxa rusa y que se llevó a cabo frente a la catedral de San Basilio, a un paso de la Plaza Roja de Moscú.
Esa vez la corte estuvo de acuerdo con la fiscalía que no tuvo duda de que Chistova, de 19 años, estaba a punto de realizar un “acto indecoroso” por fingir sexo oral con su novio bloguero.
Probablemente, sostienen quienes tratan de entender en qué se diferencian ambos episodios, los guardianes del orden se indignaron más por la chamarra que llevaba puesta la irreverente muchacha en Moscú y que en la espalda lucía con grandes letras la palabra “Policía”.