Nueva York., Veinticuatro horas después de elecciones estatales y locales en varios puntos del país, los demócratas emergieron de entre los escombros de su derrota para la gubernatura en Virginia y su muy frágil triunfo en la de Nueva Jersey con el fin de evaluar qué tan malas son las implicaciones de todo esto para su futuro político apenas un año después de sus triunfos presidenciales y legislativos nacionales.
La derrota en Virginia del veterano Terry McAuliffe, quien había sido gobernador de ese estado hace unos años y fue presidente del Partido Demócrata nacional–, fue un golpe que alarmó a los dirigentes, ya que Joe Biden ganó ese estado por 10 puntos en la elección presidencial de hace un año.
La cúpula seleccionó a McAuliffe justo porque parecía invencible y “seguro” por ser veterano, pero para algunos críticos esa fue la falla; la cúpula del partido apostó al pasado sin reconocer que el país está cambiando con más mujeres, minorías y nuevas corrientes jóvenes y progresistas.
El triunfo del financiero Glenn Youngkin y la derrota de McAuliffe reveló más que nada la debilidad de los centristas demócratas. Aunque para variar Donald Trump se atribuyó el triunfo republicano en Virginia, el resultado fue aún más alarmante para los demócratas porque mostró un creciente potencial de republicanos en una era pos-Trump.
En Nueva Jersey, el gobernador demócrata Phil Murphy ganó la relección contra el republicano Jack Ciattarellu en una contienda tan cerrada que no se definió al triunfador hasta casi 24 horas después de que cerraron las casillas. Aunque fue la primera vez en 44 años que un gobernador demócrata en Nueva Jersey se relige, el margen tan escueto del triunfo no fue motivo de celebración.
Pocos esperaban que la contienda fuera tan cerrada en un estado que Biden ganó por 16 puntos en la elección presidencial de 2020.
Según analistas y estrategas políticos, la derrota en Virginia y el margen de triunfo microscópico en Nueva Jersey fueron consecuencia de un Partido Demócrata que a pesar de ocupar la Casa Blanca y controlar el Poder Legislativo, no ha logrado cumplir sus promesas en Washington y, como parte de eso, el deterioro de la aprobación popular de Biden se ha desplomado a 43 por ciento, entre la más baja de un presidente a estas alturas de su periodo (sólo Trump estuvo peor entre los más recientes).
“La coalición de Biden de repente parece frágil. Sin la presencia del temor de Trump es vulnerable a ser desarticulada” entre sus diversas facciones, incluidos progresistas y centristas, consideró Benjamin Wallace-Wells, del New Yorker.
Las elecciones de ayer profundizan el debate interno en el Partido Demócrata entre su ala progresista y los centristas que ocupan la cúpula.
El triunfo de la progresista Michelle Wu en Boston –quien será la primera mujer en el cargo en dos siglos– es tal vez el logro más importante para las fuerzas progresistas cada vez más vitales dentro del partido. Ella construyó una coalicion multirracial en torno a un programa social ambientalista. Ayer proclamó que Boston será un una “ciudad del Nuevo Deal Verde”.
Traspié progresista
Pero la derrota de la socialista democrática India Walton en Buffalo fue un revés difícil para las fuerzas progresistas nacionales, ya que hace sólo unos meses suponían que estaban por hacer historia al lograr coronar la la primera alcaldía socialista de una ciudad importante en 60 años.
No fueron derrotados por los republicanos, sino por elementos del establishment de su propio partido. Walton concedió la pugna a su contrincante, el actual alcalde demócrata Byron Brown, a quien derrotó en las primarias, pero quien rehusó ceder al montar un campaña independiente para mantener su poder con el apoyo de la maquinaria estatal y local de la élite del partido y hasta algunos republicanos asustados por la amenaza de una “socialista” en la alcaldía. Sus lazos con la élite económica de la región, forjados durante sus casi 20 años de alcalde, ayudaron a frenar a la izquierdista, quien lo había sorprendido en las primarias.
“Cuando se enfrenta a los corruptos y poderosos, uno no puede esperar que jueguen limpio”, declaró Walton ayer al conceder la elección y criticar las maniobras tramposas de su contrincante. “Pero hoy creo que llegará la hora en que finalmente lograremos que el poder baje a la gente ordinaria de esta ciudad, y con ello construiremos el Buffalo seguro y saludable que necesitamos y merecemos”.
Mientras, el jefe del Partido Republicano estatal de Nueva York tuiteó: “¡el socialismo ha sido derrotado en Buffalo!”, al festejar el triunfo del demócrata Brown.
Pero eso fue resultado de las maniobras de una cúpula vieja para aplastar una insurgencia que promete otro futuro. Ayer diversos líderes progresistas señalaron múltiples triunfos más en puestos electorales por todo el país como evidencia de que esta batalla apenas está empezando, otra vez.