El entorno es complejo con intensas y preocupantes manifestaciones de oligarquización en centro y periferia, y en el caso de la política exterior de Estados Unidos (EU) de unilateralidad agresiva que va de lo comercial a lo bélico, un fenómeno vinculado a los precipitantes de guerra entre potencias centrales, económicas y militar-nucleares y termo-nucleares del orbe. Existe un riesgo existencial delicado que se agrava por la furia del Covid-19 y el veloz calentamiento planetario (CP) en curso y hasta ahora sin freno por la ausencia de regulación de los gases de efecto invernadero (GEI), dióxido de carbono y metano, entre otros. No porque no sean frenables, hasta ahora lo son, pero poderosos cabildos de los combustibles fósiles y de la automovilística de EU y el mundo muestran alta capacidad para posponer toda regulación de los GEI, cerrando paso a instrumentos e iniciativas como el Protocolo de Kyoto, el único vinculante en esa regulación, rechazado por EU.
Para el Covid hay vacuna. Para el calentamiento planetario el asunto es político ante la inercia mortal de los poderes bancario-financieros y corporativos del capitalismo fósil. Es necesario poner coto a la salvajada del proceder como de costumbre. Llevar a diputados y senadores la urgencia de leyes, tan inmediatas y eficaces como sea posible ante lo mortal del calentamiento que no tiene límites, pero el cuerpo humano sí los tiene. Ya hay días y semanas de olas de calor extremo mortal en el suroeste de Canadá y EU, Eurasia y América Latina. Por eso estudiar el fenómeno y aprender dato en mano, alertar, movilizar, resistir y seguir protestando desde todo foro. El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU advierte que la ventana de oportunidad para incidir ante el deterioro climático está cerrándose. De ahí la urgencia de detener las emisiones GEI que calientan la Tierra. En el Ártico se detectan puntos de inflexión. Hay temor ante una condición irreversible. El equivalente a la vacuna está en la movilización popular.
En relación con la oligarquización de EU, por cordial invitación de los doctores José María Calderón y Alfonso Vadillo, desde el Centro de Estudios Latinoamericanos (CELA) de la Facultad de Ciencias Políticas y sociales de la UNAM, participé en un libro sobre Capitalismo financiero, instituciones y tendencias en curso (FCPyS, UNAM, 2017). En esa ocasión abordé “Mecanismos financieros de extracción de riqueza: de lo público a lo privado”, bajo un pensamiento de Louis D. Brandeis (1856-1941), ex ministro de la Suprema Corte de Justicia de EU, cuyo nombre es el de la universidad en la que obtuve el equivalente a la licenciatura. Brandeis fue autor de Other People’s Money (publicado en 1914), en que critica el uso y abuso bancario con “el dinero de la otra gente”, en este caso de una clase media en ascenso. El autor describe cómo los banqueros aceptaban cargos en las juntas directivas de empresas ferroviarias o de la industria alentando alianzas o giros en las inversiones entre grupos corporativos. Al respecto, dijo algo que me impactó: “En Estados Unidos Unidos podemos tener democracia o bien podemos tener mucha riqueza centrada en una minoría, pero no podemos tener ambas cosas”. Esta sabia admonición de resonancia y empleo político global, fue desatendida con grave repercusión política por el mismo alto cuerpo al que perteneció Brandeis al instaurar la ley Citizens United (2010).
En ese texto indiqué que esa ley es una desorbitada desregulación a los donativos electorales de grandes corporaciones y megamillonarios que se vincula con la abrogación en 1990, durante el gobierno de Clinton, de la Ley Glass-Steagall, dando cobertura “legal” a la fusión realizada un año antes por 70 mil millones de dólares entre las firmas de inversión Travelers Group y Citicorp, el banco comercial sucesor del National City Bank, protagonista del corrupto capitalismo de amiguetes de la época dorada ( gilded age) que en la década de 1929 desató el desenfreno especulativo-financiero hasta que todo estalló en la Gran Depresión (1929-1933). Con la eliminación de la Glass-Steagall en 1999, se abrieron las compuertas para grandes negocios y maquinaciones especulativas del tipo descrito por Brandeis en 1914 y para una acentuada “financiarización de la economía mundial donde, como en los dorados veinte en Wall Street, se asumen grandes riesgos desde entes bancario-financieros too big to fail en medio de un vasto programa de privatizaciones catapultado por el Banco Mundial (BM) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) desde las Asociaciones Público-Privadas (APP), un diseño todavía vigente de gran éxito para la extracción de riqueza y poder en centro y periferia a favor del alto capital ( op. cit).
Nadie como el ex presidente James Carter percibió la naturaleza regresiva y plutocrática de la Citizens United que, como indiqué, el FMI-BM-BID catapultaron hacia nuestra región.
Facebook: JohnSaxeF