Contrario a la baja que acumula el costo financiero de la deuda del gobierno federal durante 2021, los intereses y comisiones que Petróleos Mexicanos (Pemex) debe pagar por su financiamiento han crecido en lo que va del año, exhiben las estadísticas oportunas de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Entre enero y septiembre de 2021, el gobierno federal entregó 334 mil 785.7 millones de pesos para cubrir su costo financiero –intereses, cuotas y comisiones de la deuda–, el cual es 10.2 por ciento menor en términos reales que lo erogado por este concepto en los mismos meses del año pasado.
Mientras tanto, los pagos que hizo la petrolera por su financiamiento ascendieron a 121 mil 46.9 millones de pesos. El aumento real de 0.7 por ciento, si bien mínimo, es el único que se ha dado respecto del año pasado, cuando todos los indicadores de deuda escalaron por el efecto de la crisis en el tipo de cambio.
Especialistas explicaron que la deuda más cara para Pemex resulta de varios factores: el endeudamiento heredado de pasadas administraciones, las rebajas en la calificación crediticia durante el año pasado, la depreciación en el tipo de cambio y el que se dirijan recursos a actividades que no parecen rentables para los inversionistas, como la refinación.
Cifras de Hacienda muestran que una cuarta parte del costo de la deuda pública corresponde a la petrolera, la cual durante el año fue afectada por diversas bajas en su calificación crediticia. Desde que se publicó la reforma energética hasta la fecha, los intereses de Pemex han crecido casi al doble que los del financiamiento para el gobierno federal.
En septiembre de 2021 los intereses de la deuda petrolera equivalían a 25.6 por ciento de todo el costo financiero del sector público, mientras que tres década atrás, en 1990, ascendían a 7.7 por ciento.
Difieren analistas
James Salazar, subdirector de análisis económico de CIBanco, explicó que “los incrementos más fuertes en la deuda de Pemex se dieron cuando ésta servía como buena fuente de recursos para el gobierno federal”; ya que además de los ingresos que por sí misma generaba, se le usó para emitir deuda que a su vez se transfería a los ramos ejecutivos. A este legado se suma una estrategia de negocios que se enfoca en la refinación, que no se percibe rentable por parte de los inversionistas, explicó.
La semana pasada en una comparecencia ante la Cámara de Diputados, Octavio Romero Oropeza, director de la petrolera, anunció que el gobierno federal se hará cargo de las amortizaciones de la deuda “de aquí en adelante”.
Janneth Quiróz, subdirectora de análisis económico de Grupo Financiero Monex, consideró que lo anunciado por Romero no resulta contraproducente, “más bien dio certeza a la estatal, a los tenedores de deuda de que hay garantías para recibir el pago de cupones cuando vengan vencimientos”. Sin embargo, “la deuda soberana de manera implícita estará aumentando de manera importante”.
En septiembre, la deuda mexicana tocó su máximo nivel al llegar a un saldo de 12 billones 640 mil 863.6 millones de pesos, pese a que es 1.9 por ciento menor en términos reales a lo registrado en el mismo mes de 2020.
“Se ha mantenido un balance fiscal bastante equilibrado, lo que ha permitido que de alguna manera se tenga holgura para dar este apoyo a Pemex (...) con lo cual me parece poco probable que se esté haciendo una reducción en la calificación crediticia del soberano”, explicó Quiróz, a pregunta de sí podría haber alguna reacción de las firmas de riesgo crediticio.
En contraste, Salazar consideró que la Secretaría de Hacienda “no tiene mucho margen a dónde moverse para adquirir recursos adicionales. Sí existe el riesgo de que esto se pueda complicar aún más, incluso a tal grado de que las agencias calificadoras terminen bajándole la calificación a la deuda soberana”.