Río de Janeiro. El gobierno pauta los medios, los medios pautan los medios, y así se forma el círculo vicioso de la mediocridad y la falta de ética. Ese es el periodismo que tenemos, con el agravante de que los militares que ocupan el gobierno son expertos en técnicas de diversionismo. Pautan lo medios todos los días.
Es impresionante el comportamiento de los medios hegemónicos frente a los escándalos que a cada día ocupan sus titulares. Han perdido el sentido crítico, o mejor, cuando critican es para exigir que cumplan promesas de campaña: quieren más desregulación, más desestatización, más privatización, más extranjerización del capital.
Romper con la institucionalidad ¡Ni pensar! O es contra o es cómplice, como diría el diputado portugués José Sócrates, con su lógica cartesiana.
Deberían mostrar, por lo menos, cierta vergüenza frente a tanta corrupción. Ya admiten que sería bueno el impeachment de Bolsonaro, sabiendo, claro, que no sale del cajón del presidente de la Cámara de Diputados.
Comunicación como instrumento de liberación.
Comunicación es intercambio, es dialógica, horizontal, inserta en el proceso social como inductor de sociabilidad. Más allá de las cuestiones simbólicas, tratadas por varios teóricos, la comunicación es, concretamente, instrumento de poder. Ha sido transformada en arma de guerra, que puede denominarse guerra cultural, guerra comunicacional, guerra cibernética.
La palabra se volvió la más poderosa de las armas.
El reto es construir el reverso. Poner la comunicación como instrumento de liberación. Así como Paulo Freire lo vio y hizo de la educación una acción liberadora. Augusto Boal la hizo del teatro. Los comunicadores deben imbuirse de esa consciencia liberadora.
Libertadora de todo tipo de opresión: liberarse de la servidumbre intelectual. Platón ya lo había dicho, socráticamente, que esa es la peor servidumbre, porque es voluntaria.
No hubo respuesta a la implantación de una cultura de masas que, más que cualquier otra cosa, es una cultura mediática. La sociedad lo ha intentado, a través de discusiones que han culminado con la realización de la Confecon (Conferencia Nacional de Comunicación). Allí estaba el camino para democratizar los medios y crear un sistema nacional de información y comunicación. Lo poco que restó de ese sistema está al servicio de los ocupantes del gobierno.
Comunicación viene de conmunis, comunidad, común. El ser social es el ser que se comunica. Se construye la cultura y se construye la historia por las mediaciones sociales, es decir, comunicando.
En ese contexto el rol de los medios hegemónicos es perverso. Al descontextualizar la información, por ejemplo, están abstrayendo y negando la historia. Transforman héroes populares en demonios a ser exorcizados, prejuzgan antes de siquiera haber sido abierto un proceso judicial y promueven un verdadero linchamiento de las personas.
Cuando los medios eran propiedad de la oligarquía, había cierta liberalidad que permitía independencia a los profesionales y pluralismo político. Yo he sido reportero político en el Correio da Manhã con absoluta libertad; igualmente en el diario Última Hora, ambos extintos.
Esa independencia y pluralismo se va extinguiendo en la medida en que los medios van siendo apropiados por grandes corporaciones o se quedan dependientes de los bancos y financieras. Lo que prevalece es la voluntad de poder y la sed de lucro. La ética se postra frente al dios dinero. Lo que se impone es el pensamiento único impuesto por la dictadura del capital financiero.
Hacer cumplir la Constitución para acabar con monopolios
Los monopolios en los medios de producción se repiten en los medios de comunicación. Desde una perspectiva de clase hay que empezar con la quiebra de los monopolios privados. No es invención de comunista. Está en la Constitución liberal, capitalista, de 1988, en vigor, la prohibición de monopolios, principalmente en los medios. Entonces, hay que iniciar exigiendo respeto a la Constitución.
Pero la lucha de clases parece haber sido transformada en una lucha de frases. Se impuso el conformismo que ha neutralizado el movimiento sindical y demás entidades de clase, hoy día meros coadyuvantes del sistema.
La Teología de la Prosperidad, en que cada uno puede ganar los cielos por medio del dinero, también se impone como negación de la lucha de clases. Mientras la sabiduría oriental saluda el dios que está en el otro (así se desenvolvieron las creencias), para los fundamentalistas el Dios mora en mí y el diablo en el otro. Es la ideología del terror. Hombres y mujeres quemados vivos.
Para más de una pléyade de intelectuales y profesores universitarios, Marx está muerto y es preciso acabar con la Era Vargas. Lo que vale es el pensamiento único impuesto por el capital financiero. Son cómplices del desmonte del Estado, de la desindustrialización. Acabar con la Era Vargas significa acabar con los derechos laborales, con las demás conquistas sociales y empeñar las riquezas nacionales.
La resistencia tiene que darse desde una perspectiva de clase. Organizar e informar la verdad a la población allí en su locus.
La apropiación de los medios por entes religiosos constituye una de las mayores contribuciones para el retroceso civilizatorio al que el país está sometido, principalmente aquellas denominaciones religiosas advenidas de los Estados Unidos como instrumento de colonización de una Nueva Roma imperial. Cada municipio de este país tiene una emisora radial promoviendo alienación. En las grandes ciudades son varias.
Las grandes redes (TV, radio, periódicos, revistas, internet) en manos de ocho propietarios, familias oligarcas o denominaciones religiosas. Si no alienan por el imaginario de la sociedad del espectáculo para producir consumo, alienan por medio del proselitismo de una falsa evangelización. Falsa poque está al servicio de la dominación. La verdadera religión, la verdadera fe es fundada en la libertad.
En lugar de dejarse pautar por el gobierno, como dice el periodista Luís Nassif, tiene que organizarse para ser los corregidores del gobierno. ¿Qué significa eso? Ser el fiscal (de fiscalizar) máximo sobre todos los organismos de la Justicia. Lo que vuelve la cuestión de la comunicación superespecial es el hecho de la nación de estar en brote psicótico, con la agravante de ser nación de un pueblo que no lee, que perdió el sentido crítico.
El gobierno de ocupación, acorralado, puede apelar a la insurrección. El clima está más que propicio. ¿Quiénes están preparados para enfrentar eso? Los medios tienen que despertar para la realidad.
Crisis civilizatoria
Demoledor artículo de Marcelo Del Debbio sobre la población que no lee es un retrato dramático de la crisis civilizatoria. Crisis resultante de un proyecto de dominación de oligarquías sumisas al Imperio, como diría el sabio Darcy Ribeiro.
Debbio registra que el IQ (coeficiente que mide la inteligencia) promedio de las poblaciones de Alemania y de los Estados Unidos creció más de 30 puntos, en Kenia y Argentina creció 25 puntos, en Sudán, 12. En Brasil, único también en eso, el IQ promedio bajó 10 puntos. El autor concluye que el IQ promedio de 87 nos pone en el límite de la deficiencia intelectual.
Es eso, el país deseduca. Tenemos que concentrar todos los esfuerzos para una verdadera Revolución Cultural, en las escuelas en todos los niveles, pero es una misión imposible sin que se libere el país del gobierno militar de ocupación y se inicie un proceso de liberación nacional.
Revolución de las TIC apropiadas por los monopolios
Está en evolución una nueva revolución industrial fundada en las tecnologías de información y comunicación, inteligencia artificial, nano tecnología y otros medios. Esa evolución pone en las manos de cada uno de nosotros tremendo poder multimedia. Las posibilidades de emprendimientos son infinitas, pero lo que hay es la apropiación por los monopolios. La anarquía reinante en las TIC favoreció la formación de los monopolios. Es urgente reglamentar. Tener un proyecto de sistema de información y comunicación dirigido a promover el desarrollo del país, a construir la patria soberana.
Monopolios como el del billonario Mark Zuckerberg, Facebook, Instagram y WhatsApp, principalmente el zap-zap, constituyen novedad en los Estados Unidos. Por allá, antes de la financierización del sistema había un rígido control sobre la dimensión de los medios, principalmente radio y televisión.
Los monopolios pueden ser socializados o fragmentados. Como se trata de servicio público tiene que ser gerenciado por el Estado. La falla ocurrida en las redes de Zuckerberg, ha tornado evidente que se trata de un servicio esencial. Esa esencialidad remite al servicio público.
En una perspectiva de clase los medios pueden ser públicos o comunitarios. Comunitarios como se pensó en el Perú revolucionario de Velasco Alvarado (1968-1977), al destinar los medios a las organizaciones de la sociedad organizada.
Una de las principales banderas de lucha de los países no alineados ha sido por un Nuevo Orden Económico Mundial y por un Nuevo Orden de la Comunicación e Información. El mundo está en transición para un nuevo orden, con sustitución de hegemonías. Un mercado común euroasiático despunta en el horizonte.
Es hora de construir nuevos paradigmas, La comunicación tiene que ser repensada como concepto y como sistema. De instrumento de poder de una clase que abdicó del concepto de soberanía, hacia instrumento de liberación, construcción de la soberanía y la dignidad humana.
* Pe riodista Latinoamericano, director de la revista Dialogos do Sul, www.dialogosdosul.org.br