México fue de los países pioneros en iniciar la inmunización de sus habitantes contra el virus SARS-CoV-2 en América Latina y el Caribe, tras lograr, en relativamente poco tiempo, adquirir un portafolios diversificado de biológicos. Ello permitió que el 24 de diciembre de 2020 se aplicara en la Ciudad de México la primera vacuna a la enfermera María Ramírez, de 56 años.
Comenzó así la campaña de vacunación más compleja y masiva en la historia nacional. En 10 meses se aplicaron poco más de 126 millones de dosis a 74.6 millones personas de 18 años y más, es decir, 83 por ciento de la población adulta.
Concretar este esfuerzo demandó que en medio de una de las peores crisis sanitarias del planeta por la pandemia de Covid-19, la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) iniciara, meses antes, la búsqueda de vacunas en un mercado global marcado por la escasez y la disputa entre los gobiernos para obtenerlas.
Pese a ello, México logró firmar contratos de compra con cinco farmacéuticas: Pfizer-BioNTech, AstraZeneca-Oxford, Sinovac (CoronaVac), CanSino Biologics e Instituto Gamaleya (Sputnik V), para adquirir un portafolios de vacunas diverso con un total de 190 millones 799 mil 950 dosis.
Además, se acordó con el mecanismo multinacional Covax de la Organización de Naciones Unidas (ONU) 51.1 millones de dosis, así como 2.03 millones de dosis de AstraZeneca fabricadas por el Serum Institute de India.
A la fecha, también se ha recibido un millón 350 mil vacunas de Johnson & Johnson (Janssen) y 3 millones 500 mil dosis de Moderna, donadas por Estados Unidos. En total se tendrán más de 248 millones dosis.
Cifras oficiales contemplaban una inversión inicial de más de mil 669 millones de dólares, equivalentes a 33 mil millones de pesos para la adquisición de biológicos, a lo que se suman mil 300 millones de pesos para la logística e insumos necesarios para la vacunación, como jeringas, desinfectantes y transportación de los antígenos.
Operativo inédito
Con el Operativo Correcaminos el gobierno federal movilizó a personal de casi todas las secretarías de Estado, instituciones públicas de salud, así como de estados y municipios. Entre ellas, las fuerzas armadas y la Guardia Nacional, las cuales tienen un papel central en el resguardo y transporte de los biológicos. Los servidores de la nación también llevan a cabo una labor estratégica en zonas rurales.
El Grupo Técnico Asesor de Vacunación en México recomendó al gobierno federal que después del personal de salud iniciara la aplicación en la población más vulnerable para reducir la mortalidad. La previsión era que vacunando a 20 por ciento más susceptible, los decesos se reducirían cerca de 80 por ciento y disminuirían considerablemente –como ocurrió– las hospitalizaciones.
A mediados de febrero pasado, y de acuerdo con la disponibilidad de vacunas, luego de que por tres semanas (20 enero al 13 de febrero) Pfizer-BioNTech suspendió las entregas de los antígenos por la modernización de su planta en Bélgica, inició la inmunización a escala nacional con adultos de 60 años y más. A contracorriente de lo que ocurría en otras naciones del mundo, donde se privilegió la inoculación en zonas urbanas, México empezó en las áreas rurales más apartadas.
Esta tarea continuó con los trabajadores de la educación. A mediados de mayo, prosiguió con mujeres embarazadas mayores de 18 años. De forma paralela, comenzó con personas de 50 a 59 años. En junio, arrancó la aplicación de antígenos a habitantes de 40 a 49 años. Los residentes mayores de 18 años de los municipios fronterizos también comenzaron a ser vacunados con las dosis donadas por Estados Unidos.
En julio se inició la inoculación de jóvenes de 30 a 39 años, y en los últimos días de ese mes comenzó con el grupo de 18 a 29 años. Además, en octubre arrancó la aplicación hasta de 1.5 millones de dosis para niños y adolescentes con comorbilidades.