En el país aún hay quienes todavía se niegan a ponerse la vacuna contra el coronavirus. Como Pamela, enfermera de 48 años, quien se rehúsa “porque no sé cómo la hicieron tan rápido. No creo que sea segura y podría afectar mi salud”. Ruth, de 80 años, es otra de las personas que desconfían de los antígenos con los que ya se inmunizó a más de 8 de cada 10 adultos en México, al menos con una dosis. “Dios sabe de qué está hecho. A mí nunca me ha dado una gripa fuerte y no creo que me haga falta”. Teresa, secretaria de 60 años, quien también rechaza el biológico, afirmó: “No necesito la vacuna porque con ayunos me puedo curar sola”. Los expertos de la Organización Panamericana de la Salud advierten que pese a los temores y falsas creencias de algunos sectores de la población, “deberían de saber que los beneficios superan por mucho los riesgos de inmunizarse”.