Jackie Nava derrotó a Mariana Juárez en Tijuana, en una noche con matices simbólicos. Ambas peleadoras son pioneras en un deporte que restringió por décadas el acceso a las mujeres en México. Un veto de los años 50 del siglo pasado les impedía participar de manera profesional y ellas fueron la primera generación de mexicanas que irrumpieron contra los prejuicios y las resistencias culturales.
Jackie Nava, una atleta de 41 años, exhibió una de las formas más depuradas del boxeo, veloz, agresiva y fuerte, dominó sin alternativa a su histórica adversaria.
Mariana Juárez, protagonista de la primera función profesional en Ciudad de México hace dos décadas, nunca pudo contener la velocidad y habilidad de su contrincante.
“Hay Jackie Nava para rato”, dice la boxeadora después de la victoria sobre Mariana Juárez; “no sé si fue la penúltima pelea de mi carrera, o cuántas más me queden, pero sí es verdad que estoy empezando a cerrar un ciclo”.
El choque entre estas valientes peleadoras siempre fue motivo de especulación y acercamientos que no prosperaban. Cuando por fin hubo una negociación, la pelea se frustraba por razones empresariales más que por falta de interés entre ellas. Por eso el combate también tenía tintes de deuda con la afición y un derecho que ambas ganaron en décadas de trabajo disciplinado.
“Sabía que Mariana es una peleadora admirable y tiene un jab muy peligroso, vean nada más cómo quedó mi nariz”, comenta Jackie; “pero aproveché que ella estaba más lenta, para golpear con combinaciones y contragolpear. Yo le miraba los golpes que me lanzaba y podía ganarle con velocidad”.
Jackie estaba visiblemente emocionada de la respuesta de la gente. No era para menos, el combate ofreció uno de los episodios más sinceros y valientes de boxeo. Mariana, a pesar de la derrota, ha demostrado que lo suyo es el coraje y el arrojo.
“Se lo debía a la gente de Tijuana, sentí el apoyo en todo momento, estoy feliz porque esto es para todos ellos”, repetía Jackie.
Hace dos décadas Nava inició su aventura como boxeadora profesional. La joven arquitecta eligió un reto difícil y destacó por un récord repleto de adversarias duras. Pero la noche del sábado era una peleadora ágil como los mejores atletas, esteta al caminar sobre las puntas, de golpes trazados como dibujante y precisa como depredadora.
“Tengo cuarenta y un años, pero me siento formidable, como si fuera treintañera”, decía sonriendo al final del combate.