Patético resulta haber corroborado el jueves que el flamante superlíder, el América, no juega a nada, pues bastó una Pandilla decidida, armada de coraje y determinación que tras una serie de cuatro reveses asumió el papel de David ante Goliat, se levantó de la lona y descabezó a las Águilas robándoles el sueño del Mundial de Clubes. Marcación encimosa, enjundia y mayor disposición para pelear cada balón fueron suficientes herramientas para hacer naufragar al equipo de Santiago Solari.
No fue un traspié accidental, la confirmación llegó en el llamado clásico joven con arbitraje custionable. América no convence, recibió ayuda del VAR –instrumento cada vez más inmerso en decisiones polémicas– cuando le anuló un gol a Orbelín Pineda. Los árbitros también tienen derecho a simular y fue el turno de Luis Enrique Santander, quien se quedó como un espectador más, esperando recibir por el audífono el veredicto que a él correspondía.
En lo que sí se distingue Solari es en mantener la calma, la elegancia y buenos modales; la cara opuesta a lo que representaba el explosivo Miguel Piojo Herrera. ¿Querían un dandy en el banquillo? ya lo tienen, ahora falta que afine la zaga y gane cetros. Le toca enfrentar a su reciente verdugo, el Monterrey, para concentrarse en la conquista del título de liga, su única opción para lavarse la cara y coronar con dignidad su torneo de superlíder.
Las Chivas, que con Marcelo Michel Leaño van de mal en peor, están convertidas en un circo. Caminan en el limbo: o de milagro se cuelan a la repesca o se pierden entre el reducido grupo de los que fracasarán rotundamente en un certamen que da increíbles facilidades, y donde resulta imperdonable que los equipos considerados “grandes” queden entre esos seis que dentro de una semana empezarán a planificar el próximo campeonato.
Amaury Vergara no parece dueño ni Michel Leaño estratega, por más que lo sean. En manos de ambos, uno de los equipos más populares y queridos de la afición mexicana deambula en las penumbras. No obstante, da la clara sensación de que lo que falla es el mando, porque sus jugadores son considerados en diversas selecciones y rinden de mejor forma. Si la combinación de resultados le favorece y se ubica en el repechaje, las expectativas por derecho propio son ínfimas.
Pumas, Tuzos y San Luis tendrán esta semana la última llamada para mantener viva la esperanza, todos ellos con poco más del 33 por ciento de productividad en el flojo torneo Apertura 2021 pueden incubar, por increíble que parezca, el sueño de ser campeones. Y si a alguno de ellos aprovecha el tener un partido más antes de la conclusión del torneo regular, entonces pondrá en predicamento al Rebaño, ubicado en el sitio 12.
Otra muestra del pobre nivel es el zigzagueante Toluca, inconcebible que esté ubicado en la parte alta, entre los que tendrán pase directo a cuartos de final, cuando lleva seis partidos sin ganar. Los Tigres son fieles a su costumbre y aceleran el paso en el momento preciso, en la recta final con los golazos de André Pierre Gignac asestados a las Chivas. El Monterrey de Javier Vasco Aguirre salvó el torneo o se alista con la daga entre los dientes para hacer el doblete.
Es el torneo que diseñaron los directivos. No sólo no hay descenso, sino que el certamen premia la mediocridad, puso el listón de calidad casi a ras del suelo y los clubes, jugadores y árbitros se adaptan comodinamente a la situación, flojean y juegan con las circunstancias. No es su culpa si les permiten echarse a la hamaca y desperezarse por ahí de la fecha trece, tal y como ha hecho Pumas, aunque quizá sea demasiado tarde.
Siempre que se convoque a futbolistas juveniles al Tri será como una bocanada de aire fresco, pero no se trata de conformarse con descubrir promesas, la realidad es que en el choque entre un México B y un Ecuador también plagado de suplentes, hubo derrota (3-2), lo que demuestra que el tener que enfrentar a Argentina, Brasil o Uruguay obliga a crecer… La Conmebol, diría Gerardo Tata Martino, está un peldaño o dos arriba.