Glasgow. En Glasgow, la capital de Escocia, se decidirá, a partir de hoy, el futuro del mundo.
A sólo unos días de la cita, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, reconoció que hay un “vacío de liderazgo” para impulsar las iniciativas que se necesitan y así también lo ven algunos representantes de las organizaciones no gubernamentales, que advierten que “el tiempo se está agotando”, que estamos “ante la última oportunidad para salvar el planeta”.
En la Cumbre de Glasgow se espera la presencia de los líderes más importantes del mundo, incluido el presidente de Estados Unidos, Joe Biden; el primer ministro de India, Narendra Modi, y así hasta totalizar 192 delegaciones de la mayoría de las naciones del mundo. En cambio, se confirmó la sonora ausencia presencial del presidente de China, Xi Jinping, y de Rusia, Vladimir Putin, quienes comparecerán por videoconferencia y que representan a su vez a dos de los cinco países más contaminantes.
La nutrida presencia de líderes internacionales tampoco garantiza resultados contundentes para lograr los dos grandes objetivos de la cita, que es la limitación del calentamiento global a 1.5 grados centígrados y el compromiso de garantizar los 100 mil millones de dólares anuales para que los países en desarrollo transformen sus medios de producción y sus economías a fin de hacerlas más sostenibles. Es decir, darle continuidad e incluso reforzar los compromisos fijados en la Cumbre Climática de París de 2015.
El propio Guterres reconoció que el mundo está ante el gran reto de su supervivencia y el encuentro de Glasgow será “vital”, porque “el tiempo avanza. Y el vacío de emisiones es el resultado de un vacío de liderazgo. Pero los líderes todavía pueden hacer de esto un punto de inflexión para un futuro más verde en lugar de un punto de no retorno para una catástrofe climática”.
Guterres alertó: “menos de una semana antes de la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático en Glasgow, seguimos acercándonos a una catástrofe climática, incluso después de los últimos anuncios que se hicieron. El Informe sobre la Brecha de Emisiones 2021 muestra que, con las actuales contribuciones determinadas a nivel nacional y otros compromisos firmes que han asumido países de todo el mundo, estamos de hecho encaminados a alcanzar un aumento catastrófico de la temperatura global de alrededor de 2.7 grados. Incluso si se hacen realidad los cambios anunciados en los últimos días, todavía estaríamos claramente por encima de los dos grados”.
La diplomática mexicana Patricia Espinosa, que es la secretaria ejecutiva del Convenio de Cambio Climático de la ONU y por lo tanto la responsable de la organización de la COP26, lo expuso también con claridad: “Sobrepasar los objetivos de temperatura conducirá a un mundo inestable y a un sufrimiento sin fin, especialmente entre aquellos que menos han contribuido a las emisiones (de gases de efecto invernadero) en la atmósfera”, es decir, a los países más pobres.
Pueblos y países pobres, los más afectados
Desde los movimientos sociales y desde las plataformas que defienden la supervivencia de hábitats locales y de los pueblos originarios, los señalamientos son igual de claros y contundentes. Sobre todo porque ya no hay duda de que si se mantiene el ritmo actual de emisiones, los más afectados serán las comunidades y países más pobres. El Plan Intergubernamental del Cambio Climático, refrendado por numerosas entidades civiles y científicas, pone de manifiesto una situación muy grave: en 2021 hemos alcanzado un nivel de contaminación atmosférica de 400 ppm (partes por millón) y las emisiones no se reducen. Es decir, que “con un calentamiento global de 1.5 grados centígrados se producirá un aumento de las olas de calor, se alargarán las estaciones cálidas y se acortarán las frías; mientras que con un calentamiento global de 2 grados centígrados los episodios de calor extremo alcanzarán con mayor frecuencia umbrales de tolerancia críticos para la agricultura y la salud”.
La organización Ecologistas en Acción opina que “la COP26 debe responder a los principios de la justicia climática frente a los intereses de las empresas fósiles. Los países en Glasgow deben señalar claramente el final de la era de los combustibles fósiles y se debe acabar la era de las compensaciones y las trampas al clima. También se debe garantizar una revisión periódica de los objetivos –que son insuficientes– para que sean capaces de garantizar la protección de las personas y el clima”. El tiempo y la cuenta atrás para que los líderes del mundo firmen un compromiso se están agotando.
Por su parte, el primer ministro británico, Boris Johnson, advirtió ayer que una falla de los líderes a comprometerse y abordar la emergencia climática en la COP26 podría provocar “eventos geopolíticos muy complicados” como migración masiva y la competencia global por la comida y el agua, informó el diario británico The Guardian.
“De incrementarse las temperaturas del planeta unos cuatro grados o más, como se predice que ocurriría (…), produciríamos escasez, desertificación, pérdida de los hábitats, movimientos, competencias por el agua y la comida, grandes migraciones de personas. Son eventos que serían políticamente muy difíciles de controlar”, explicó Johnson.