María del Rosario Espinoza tiene medallas de todos los colores, logradas desde que comenzó en el taekwondo hace más de 24 años, un largo camino que “es la conjugación de todo y si digo ‘hoy me quiero retirar’, me voy satisfecha y tranquila”.
La triple ganadora de preseas en Juegos Olímpicos y campeonatos mundiales se siente orgullosa por recibir el Premio Nacional de Deportes 2021, distinción que ha ganado por quinta vez, aunque en esta ocasión es por su trayectoria.
“No es un reconocimiento, sino una alta distinción que me da mi país por todo lo que he hecho”, afirma la sinaloense, quien el 29 de noviembre cumplirá 34 años de edad y ve como un regalo adelantado el máximo galardón que otorga el gobierno federal a la excelencia deportiva en sus distintos campos.
Desde su casa en Guasave, el celular de la taekwondoísta no ha parado de sonar con llamadas o mensajes de felicitación. Ni se diga en sus redes sociales que se inundaron de comentarios positivos y deseos de éxito en sus proyectos futuros.
“El Premio Nacional de Deportes es un impulso de motivación”, enfatiza María al recibirlo en un momento en el que todavía no ha tomado la decisión de retirarse y piensa en el siguiente ciclo que culminará en París 2024, como competidora activa –si clasifica– o entrenadora auxiliar con la experiencia que tuvo en los Juegos Paralímpicos de Tokio.
Luego de no haber conseguido el pase a la justa japonesa, María del Rosario pasó por un estado anímico adverso, pero su fortaleza la sacó adelante, porque tenía esperanza de cerrar su carrera con otro metal en lo que habría sido su cuarta cita veraniega.
Briseida Acosta, quien la superó en el selectivo, y Carlos Sansores, fueron los únicos que acudieron a Tokio. Se pronosticaron resultados positivos, pero no se dieron.
“No ver a México en el podio de taekwondo en Juegos Olímpicos fue triste. Se interrumpió la racha que teníamos con Víctor Estrada (Sidney 2000), los hermanos Iridia y Óscar Salazar (Atenas 2004), Guillermo Pérez y yo (primeros campeones en estas citas en Pekín 2008) y dos medallas más que gané (Londres 2012 y Río de Janeiro 2016).
“Es triste pero también me pongo en los zapatos de ellos porque es una responsabilidad ir a Juegos Olímpicos en un deporte donde las expectativas son mayores y eso mismo le pasó a clavados (se consiguió presea de bronce en sincronizados con Alejandra Orozco y Gabriela Agúndez).
“Tokio fue un aprendizaje para todos y tenemos que seguir trabajando para ver de nuevo a México en el podio”, evaluó la multimedallista.
Sin embargo, el destino la llevó a estar en la capital japonesa con el equipo paralímpico; “algo increíble que disfruté muchísimo y que como atleta no lo viví”, al ver subir a lo más alto del podio a Juan Diego García, quien al igual que ella, son los baluartes de su disciplina.