En las calles del Centro Histórico se instalaron al menos 143 ofrendas con motivo de la celebración del Día de Muertos. Una de las más visitadas fue la de Plaza Manuel Tolsá, en la calle Tacuba, en la que decenas de ciudadanos colocaron en el muro del altar interactivo Covid-19 la fotografía de sus amigos y familiares en el que se leía: “En memoria de los que se han ido, pero perduran en nuestro corazón”.
Algunos iban preparados con sus imágenes, pero la mayoría fue asistida por un trabajador del gobierno a quien enviaban por WhatsApp la fotografía de su pariente que imprimía en una hoja, sin costo, y proporcionaba cinta adhesiva o un alfiler para su colocación.
Desde Iztapalapa, seis familiares de Andrés Sánchez, quien murió en agosto pasado por coronavirus, escribieron: “Todos te vamos a extrañar, primo, y siempre estarás en nuestros corazones. Familia Sánchez”
En la Alameda Central fue inaugurada la Verbena Florida, integrada por ocho ofrendas creadas por residentes de los pueblos y comunidades de la capital, talleristas de artes y oficios, así como usuarios de los Punto de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (Pilares), en el que cada uno representa las costumbres y estilo de vida de las 16 demarcaciones.
Rigel Chaparro, promotor cultural, comentó que la idea original era colocar las ofrendas en la calle Doctor Mora, que se ubica entre la Alameda Central y la Plaza de la Solidaridad; sin embargo, los comerciantes ocuparon la zona, por lo que desplazaron las mamparas de los escenarios de los altares desde el miércoles pasado.
De acuerdo con su testimonio, se perdió el concepto de presentar la ofrenda en un corredor; sin embargo, mencionó que los vendedores “tienen necesidad y la Secretaría de Cultura tiene la responsabilidad de adaptarse a los espacios y no entrar en conflicto con nadie”, y resaltó el trabajo comunitario y la visita de familias en el parque.
En la Alameda Central los pobladores del sur de la capital utilizaron en su mayoría semillas de girasol, frijoles, trigo, lentejas, maíz, hojas secas de mazorca y zacate, mientras en el caso de Azcapotzalco los participantes diseñaron un mural con técnica de arte urbano al utilizar pincel y aerosol con efecto fotoluminiscente en el que plasman la dualidad vida-muerte, el maíz como alimento principal y el movimiento de las personas que bajan de un microbús de la ruta 23 con destino a la estación El Rosario del Metro, además de que incluyeron la imagen de José José.