Digo que de las muchas reformas que promueve el gobierno de la Cuarta Transformación (4T) una de las más relevantes es la laboral. Hay varias razones para afirmarlo, aunque para todas las reformas hubo una tenaz resistencia: mediática, legal y política, para la reforma laboral se dio un consenso casi unánime entre las tres partes interesadas: patrones, trabajadores y gobierno federal.
La reforma aparte de la renovación de la estructura tradicional para la impartición de la justicia laboral, representada por las juntas tripartitas, que fueron sustituidas por los Centros de Conciliación y Registro y los Juzgados Instructores, esto modificó de cuajo la autoritaria manera de elegir dirigentes sindicales al pasar de la elección representativa, o sea por delegados con voto a mano alzada, a la elección directa, con voto personal, libre y secreto.
Esta forma de elegir con el voto personal y libre se había aplazado desde 1948, cuando México suscribió el convenio 87 de la OIT, pero las rígidas normas de control político del viejo régimen siempre evadieron la democratización de los sindicatos entre particulares y los del gobierno con sus trabajadores, donde imperaba el más rígido corporativismo sindical concentrado en un sector de un partido político, que combinaba control de la base trabajadora en una federación, la FSTSE, a cambio de prebendas económicas y políticas para los líderes.
La reforma del primero de mayo de 2020 dio un vuelco al viejo sindicalismo burocrático, al garantizar la libertad del voto, con la secrecía principalmente, y la primera prueba fue la reciente elección de uno de los sindicatos con mayor número de afiliados del Apartado B del artículo 123 constitucional, el Sindicato Único de Trabajadores del Gobierno de la Ciudad de México, cuyos comicios el 22 de septiembre se desarrollaron en paz, después de un intento fallido antes de la pandemia, del que resultó una elección con viejos vicios que tuvo que ser declarada nula por el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje.
El sindicato agrupa a 106 mil trabajadores, en él se acumulan antiguos liderazgos caciquiles con enraizados intereses, como la sección l que agrupa a los trabajadores de limpia. Hacer una elección con voto libre en una organización que incuba fuertes resistencias al cambio democrático, obligó a un trabajo de concertación que se operó en acuerdo con la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, y éste dio como resultado una elección legal y legítima.
La Ciudad de México ha sido en décadas recientes el epicentro de las transformaciones nacionales, las movilizaciones juveniles del 68, 20 años después el movimiento político por la democratización electoral de 1988, se dio aquí hasta lograr el primer gran triunfo de la izquierda en la Jefatura de Gobierno con Cuauhtémoc Cárdenas y seis años después con López Obrador, estas referencias hacen explicable que el comienzo de la democratización de los sindicatos burocráticos comenzara también aquí, en el Sindicato Único del Gobierno de la Ciudad de México, que agrupa a trabajadores cuya tranquilidad es necesaria, principalmente los de limpia, panteones, parques y jardines, alumbrado y servicios médicos, quienes esta vez tuvieron la oportunidad de votar sin manipulación de sus representantes sindicales.
El sindicalismo que promueve y garantiza la reforma laboral da otra muestra de apertura y transparencia, el directorio provisional que representó por 11 meses a los trabajadores, entregó al nuevo Comité General Ejecutivo 99 millones 400 mil pesos de ahorros en ese breve periodo, esto evidencia que estamos en tiempos nuevos para el sindicalismo burocrático.
La Ciudad de México, con este ensayo democrático, sigue siendo vanguardia de la democratización integral en el país; de aquí le siguen las grandes organizaciones sindicales: el SNTE y el Sindicato de Salud, en ellos también debe hacerse un ejercicio previo para el voto libre que dé origen a una representación sindical legal y legítima.
* Magistrado presidente del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje