La médica, fotógrafa, coleccionista e investigadora Ruth D. Lechuga (1920-2004) “vivía, convivía y amaba rodeada de la muerte”, en una recámara de color rosa mexicano que contenía su colección de arte popular vinculada con el tema, expresó la antropóloga Marta Turok. Como parte de la Noche de Museos de octubre, la coordinadora del Centro de Estudios Ruth D. Lechuga, alojado en el Museo Franz Mayer, ofreció una charla virtual sobre el tema de la muerte en la colección de 11 mil piezas.
La muerte no era ajena a la austriaca Ruth Deutsch Reiss, quien llegó a México en 1939 con su familia, huyendo del nazismo. Su recámara fue la mejor manera de representar su identificación con el pueblo mexicano, sostuvo Turok. La amiga personal de la coleccionista mostró un conjunto de piezas con las que “Ruth se identificaba, eran su álter ego, como este peine de cuerno, con una calaca recostada, y una bañera cuya figura la representa”.
El artesano Saulo Moreno, quien trabajó el alambre y papel maché, la retrató a la manera de calaca de cabellera güera, grandes lentes, su cámara Rolleiflex y su inseparable morral de piel.
Para Turok, la colección de Ruth D. Lechuga muestra la gran diversidad de motivos y formas de practicar la muerte, de creer en ella y, actualmente, de coleccionar el tema. Con motivo de los festejos por el Día de Muertos, la antropóloga analizó los elementos que conforman la ofrenda que se monta en el hogar, cuyo objeto es “atraer a las ánimas”, aunque hay muchas variantes según el pueblo originario.
Empezó por el copalero, ya que al humo que despide se la atribuye el poder de “atraer a las ánimas de quienes se han ido”. Continuó con la jarra de agua, que “se va consumiendo a lo largo de los días, además, es muestra de que las ánimas nos visitan; la sal; los jarritos, para el atole o el café”. También están presentes los juguetes, para los niños.
Otro elemento de relevancia en ciertas regiones de México son las danzas que se llevan a cabo durante el periodo de la celebración de Día de Muertos, entre las más famosas están las de la zona de la Huasteca –San Luis Potosí, Hidalgo y Veracruz–. Aquí, señaló Turok, no hay máscaras con la efigie de la muerte, porque éstas representan a los huehues, símbolo de la persona grande, de la sabiduría, quienes salen a la orilla del pueblo a recibir a las ánimas”.
Hay máscaras de calaveras en la colección, sin embargo, es raro que se utilicen en la fiesta de muertos. Hizo hincapié en dos hechas por el cartonero Pedro Linares, creador de los alebrijes.
La muerte es un tema que se ha trabajado en muchos materiales, como esculturas miniaturas desarrolladas en hueso por Roberto Ruiz, originario de Miahuatlán de Porfirio Díaz, Oaxaca, descubierto, entre otros, por Ruth Lechuga, y a quien se otorgó el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Artes y Tradiciones en 1988.