La pandemia de Covid-19 intensificó las condiciones de desigualdad ya existentes en las ciudades, y le impidió a los habitantes de las zonas periféricas obedecer las indicaciones de quedarse en casa por la necesidad de buscar el sustento diario, lo cual los llevó también a impulsar micronegocios que ayudaron a que la reactivación económica fuera más ágil, aunque con empleos precarios e inestables.
Así lo indicó el estudio “Movilidad y el Covid-19: impactos socioeconómicos en las personas y las empresas de la Zona Metropolitana del Valle de México”, en el cual se analizó cómo evitar que los niveles de ocupación dependan solamente de la capacidad de transporte de los habitantes de la capital del país.
Octavio Mendoza, especialista de la oficina en México del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, indicó que entre los hallazgos del informe se encuentra que el mayor aumento de la movilidad urbana en la Ciudad de México durante la época de confinamiento por la pandemia se dio en la zona periférica.
Lo anterior, afirmó, se debió probablemente a que en dicha zona se concentran mayoritariamente los habitantes con niveles de ingreso más bajos, lo que orilló a muchas familias a salir de sus hogares para realizar algún tipo de actividad económica que les reportara ingresos para cubrir sus necesidades básicas.
De igual forma, el estudio documentó que aunque la mayor parte de las reducciones de personal ocupado en el sector formal se dieron en esta misma zona, las personas que viven en ella comenzaron a generar una mayor cantidad de micro y pequeños negocios para poder subsistir.
Por su parte, Álvaro Madrigal, asesor de la Secretaría de Movilidad de la Ciudad de México, coincidió en que los despidos ocurridos en empresas establecidas dieron lugar a múltiples iniciativas de autoempleo en la informalidad, una “válvula de escape” que a final de cuentas “contribuyó a una recuperación más pronta de la economía”, pero sin tener estabilidad ni garantías laborales básicas.