Sin empacho y con la cara más dura que una roca, la senadora priísta (antes perredista) Claudia Edith Anaya Mota –aplaudida por los contlapaches de su “coalición”– se animó a decir que “nadie, en un sexenio, se había endeudado tanto como ustedes” (en referencia al gobierno de Morena). Qué barbaridad. ¿Falta de información o exceso de cinismo?
“¡Nadie!”, afirma sin pestañear la legisladora saltarina. ¿Pues dónde andaba y a qué se dedicaba en las dos oportunidades que fue diputada federal (2009-2012 y 2015-2018, más su participación en la LXI Legislatura del Congreso de Zacatecas, 2013-2015). Parece que le pasó de noche, porque como tal aprobó sin chistar todos los presupuestos –federal y local–, especialmente el capítulo referente a la deuda pública (por cierto, en el caso de su estado natal, su presunta indignación por el avance del endeudamiento público no sirvió de nada, porque el débito zacatecano se incrementó 43 por ciento sólo en el periodo en que ella fue congresista).
Pero bueno, la licenciada en mercadotecnia dice que “nadie”, es decir, ninguno de los gobiernos anteriores al de Andrés Manuel López Obrador. Tal vez ayude una cápsula de memoria y una buena calculadora para que la senadora organice mejor sus números, porque se tiró al ruedo confiada en el griterío de su “coalición” parlamentaria.
Dice que “nadie, en un sexenio, se había endeudado tanto como ustedes”, pero cómodamente olvida lo sucedido en los gobiernos –por llamarles así– de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto. En el caso del mariguanero la deuda pública –interna y externa– se incrementó 53 por ciento (casi un billón 100 mil millones); con Borolas el saldo aumentó 88 por ciento (2 billones 755 mil millones) y por lo que toca al novio de Tania el crecimiento fue de 80 por ciento (4 billones 660 mil millones).
La estadística de la Secretaría de Hacienda permite conocer que en esos tres sexenios (dos panistas, uno priísta) la deuda pública creció 514 por ciento (es decir, 8 billones 500 mil millones; de 2 a 10 billones 500 mil millones, en números cerrados). ¿Dónde quedó esa catarata de dinero, el espeluznante avance del endeudamiento? Pues no se destinó a potenciar el crecimiento económico ni a fortalecer el desarrollo, sino, en su mayoría, para pagar los intereses de la propia deuda (sin duda un circuito perverso), uno que otro “rescate” de los grandes corporativos privados y algunos “pellizcos” para llevar a casa.
Como se ha documentado en este espacio, de 1990 (Salinas) a 2018 (Peña Nieto, sin olvidar al mariguanero y al Borolas) los mexicanos pagaron alrededor de 6.6 billones de pesos en intereses, donde la mayor parte se dio en los gobiernos de Calderón y Peña Nieto; sólo en el sexenio del novio de Tania se erogaron 2.7 billones por el concepto referido y 1.5 billones en el de Calderón.
Como parte de la deuda pública no debe olvidarse el Fobaproa (un ejercicio ilegal que arbitrariamente fue avalado por priístas y panistas, “aliados” de la senadora Anaya), cuyo saldo no deja de crecer, mientras los responsables de ese atraco a la nación (del sector público –con Ernesto Zedillo a la cabeza– y privado) gozan de total impunidad.
El saldo originalmente reconocido por Zedillo fue de 552 mil millones de pesos (al momento de “legalizar” el “rescate” bancario; al cierre del sexenio de Fox creció a 649 mil millones; con Calderón se incrementó a poco más de 701 mil millones y con Peña Nieto a 948 mil millones. En el periodo, el incremento fue de 72 por ciento, y el monto no deja de crecer. Y en ese periodo los mexicanos pagaron alrededor de un billón de pesos y deben otro tanto.
También está el caso del “rescate” carretero (concesiones otorgadas por Carlos Salinas de Gortari), también por cortesía de Ernesto Zedillo (1997): originalmente, los recursos públicos involucrados en esta operación sumaron 58 mil millones de pesos; al concluir el sexenio de Fox el saldo creció a 103 mil millones; con Calderón a poco más de 141 mil millones y a 256 mil con Peña Nieto. El incremento en el periodo fue de 441 por ciento, y los mexicanos no han dejado de pagar por este enjuague público-privado, y todavía deben un titipuchal.
Entonces, “nadie”, asegura la senadora Anaya.
Las rebanadas del pastel
“La caída del sistema” en las elecciones de 1988, fue resultado del “amasiato entre Acción Nacional y Carlos Salinas de Gortari”, denuncia Manuel Bartlett, y lo peor del caso es que desde entonces se agarraron pasión, porque desde entonces no se sueltan.