Santa Fe, Nuevo México. La luz del sol de la tarde entraba oblicuamente por las altas ventanas de la iglesia de madera desgastada, iluminando las tablas del piso y los vitrales. Afuera, la tierra árida de las estribaciones del norte de Nuevo México se extendía por millas (kilómetros), un escenario pintoresco para un tiroteo del viejo oeste.
El actor Alec Baldwin, luciendo demacrado con una barba blanca y un traje de época mientras interpretaba a un personaje herido llamado Harlan Rust, se sentó en un banco para ensayar cómo desenfundaría un revólver Colt .45 de cañón largo y lo apuntaría hacia la cámara.
Un equipo preparó la toma tras ajustar el ángulo de la cámara tomando en cuenta las sombras. La cámara aún no estaba rodando, pero el director Joel Souza miró por encima del hombro de la directora de fotografía Halyna Hutchins para ver lo que se veía.
Souza escuchó lo que sonó como un látigo seguido de un fuerte estallido, según dijo más tarde a los investigadores.
De repente, Hutchins se quejó del estómago, se agarró la cintura y tropezó hacia atrás, diciendo que no podía sentir las piernas. Souza vio que estaba ensangrentada y que él también sangraba: el plomo de la pistola de Baldwin había perforado a Hutchins y se había incrustado en el hombro del director.
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Un médico comenzó a tratar de salvar a Hutchins mientras la gente salía del edificio y llamaba al número de emergencias 911. El especialista en iluminación Serge Svetnoy dijo que la abrazó mientras estaba muriendo, con las manos manchadas de sangre. Los socorristas trasladaron a Hutchins en helicóptero a un hospital, sin éxito.
Una semana después del tiroteo del 21 de octubre en el set de la película Rust, los recuentos e imágenes publicadas en documentos judiciales, entrevistas y redes sociales han retratado gran parte de lo que sucedió durante la tragedia, pero aún no han respondido la pregunta clave: ¿cómo terminaron municiones reales en un arma real que se usa como accesorio de utilería, pese a precauciones que deberían haberlo impedido?
En una conferencia de prensa el miércoles, el alguacil del condado de Santa Fe, Adan Mendoza, dijo que hubo “cierta autocomplacencia” en el modo en que se manejaron las armas en el set. Los investigadores encontraron 500 cartuchos de munición, una mezcla de balas en blanco, cartuchos falsos y lo que parecían ser cartuchos reales, a pesar de que la especialista en armas de fuego del set, la armera Hannah Gutiérrez Reed, dijo que nunca debió haber municiones reales.
“Obviamente, creo que la industria ha tenido un historial reciente de seguridad”, dijo Mendoza. “Creo que hubo cierta complacencia en este set, y creo que hay algunos problemas de seguridad que deben ser abordados por la industria y posiblemente por el estado de Nuevo México”.
Mike Tristano, un veterano especialista en armas para cine, calificó de “espantoso” que las rondas reales se mezclaran con balas en blanco y rondas ficticias.
“En más de 600 películas y series de televisión que hice, nunca tuvimos una ronda real en el set”, dijo Tristano.
El tiroteo ocurrió en Bonanza Creek Ranch, una extensa propiedad que se anuncia a sí misma como “donde el Viejo Oeste cobra vida”. Más de 130 películas se han filmado allí, comenzando con The Man from Laramie (Hambre de venganza) de Jimmy Stewart en 1955. Otros largometrajes incluyen 3:10 to Yuma (3:10 misión peligrosa), Cowboys & Aliens y la miniserie Lonesome Dove (Paloma solitaria). El western de Tom Hanks News of the World (Noticias del gran mundo) y The Comeback Trail (La última estafa), protagonizado por Robert De Niro, Tommy Lee Jones y Morgan Freeman, se rodaron allí en los últimos años.
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Las disputas en el lugar de trabajo acosaron la producción de Rust desde su inicio a principios de octubre. En las horas previas al tiroteo, varios miembros del equipo de cámara abandonaron el set en medio de discordias por las condiciones de trabajo, incluidos los procedimientos de seguridad. Esa mañana se contrató a un nuevo equipo, pero la filmación fue lenta porque sólo tenían una cámara, dijo Souza a los detectives.
A los 24 años, Gutiérrez Reed tenía poca experiencia trabajando como armera. Ella dijo a los detectives que la mañana del tiroteo revisó las balas ficticias, balas que parecen reales, excepto por un pequeño agujero en el costado de la carcasa que las identifica como inoperables, para asegurarse de que ninguna estuviera “caliente”, según una declaración jurada en la orden de registro que se hizo pública el miércoles.
Cuando el equipo hizo una pausa para almorzar, las armas utilizadas para la filmación estaban guardadas en una caja fuerte dentro de un gran camión blanco donde se almacenan los accesorios, dijo Gutiérrez Reed. Sin embargo, la munición se dejó sin asegurar en una carretilla. Había munición adicional dentro del camión de hélice.
Después del almuerzo, la maestra de utilería de la película, Sarah Zachry, sacó las armas de la caja fuerte y se las entregó a Gutiérrez Reed, dijo Gutiérrez Reed a los investigadores.
Según una declaración jurada en la orden de registro publicada el viernes pasado, Gutiérrez Reed colocó tres armas en una carretilla afuera de la iglesia, y el asistente de dirección Dave Halls tomó una de la carretilla y se la entregó a Baldwin. El documento publicado el miércoles dice que la armera a veces le entregaba el arma a Baldwin y, a veces, a Halls.
Gutiérrez Reed declinó hacer declaraciones cuando fue contactada por The Associated Press el miércoles. En un mensaje de texto el lunes, escribió que estaba tratando de conseguir un abogado.
Sin embargo, Halls obtuvo el arma antes de dársela a Baldwin, pero no la revisó por completo. Normalmente, les dijo a los detectives, examinaría el cañón en busca de obstrucciones y haría que Gutiérrez Reed abriera la escotilla y girara el tambor donde van las balas, confirmando que ninguna de las balas esté activa.
Esta vez, declaró, sólo recuerda haber visto tres de las rondas, y no recordaba si la armera había hecho girar el tambor.
Sin embargo, gritó “pistola fría” para indicar que era segura de usar.
“Dijo que debería haberlos revisado todos, pero no lo hizo”, escribió un detective del alguacil del condado de Santa Fe en la declaración jurada publicada el miércoles.
No está claro si Baldwin apretó el gatillo deliberadamente o si el arma se disparó sin querer.
En la conmoción posterior al tiroteo, Halls encontró el arma — un revólver negro fabricado por una empresa italiana que se especializa en reproducciones del siglo XIX — en un banco de la iglesia.
Se lo llevó a Gutiérrez Reed y le dijo que lo abriera para poder ver lo que había dentro. Había al menos cuatro casquillos de bala ficticios, con un pequeño orificio en el costado, dijo a los detectives.
Había una carcasa vacía. No tenía agujero.