Las ciudades de todo el mundo, especialmente las de América Latina, deben cambiar sus proyectos a futuro y dejar de aspirar a ser “resilientes”, pues dicho término se refiere a su capacidad de conservar inalterada su misma lógica de funcionamiento, cuando es justamente ese factor el que ha llevado a las urbes a un alto grado de vulnerabilidad.
Así lo afirmaron los participantes en un foro virtual sobre el tema, quienes llamaron a enfocarse en el concepto de “sustentabilidad”, que tiene un sentido más positivo, y a reducir la brecha de desigualdad entre pobres y ricos en los espacios urbanos, donde se genera 70 por ciento del CO2 a nivel mundial.
Durante el conversatorio, Gian Carlo Delgado, académico del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, de la Universidad Nacional Autónoma de México, cuestionó la validez y el sentido del concepto de resiliencia en el ámbito del desarrollo urbano.
“Resiliencia es la capacidad para absorber una perturbación sin sufrir cambios y seguir conservando esencialmente las mismas funciones; sin embargo, en una ciudad perturbada por el cambio climático, sería regresar a las mismas condiciones que originalmente dieron paso a ciertas vulnerabilidades”, explicó.
Por ello, el especialista llamó a privilegiar la idea de la “sustentabilidad”, que implica no rebasar las capacidades adaptativas de los ecosistemas ni concentrarse únicamente en el objetivo de obtener ganancias económicas a costa de lo que sea.
Por su parte, Patricia Romero Lankao, investigadora del Laboratorio Nacional de Energía Renovable, destacó la importancia de reducir las desigualdades entre ricos y pobres en el espacio urbano, donde esa brecha se ha agudizado de forma más marcada y da lugar a una condición de extrema vulnerabilidad para los sectores de más bajos recursos.