La pandemia de Covid-19 agravó el desafío de erradicar el hambre, padecida por 9.1 por ciento de la población en América Latina y el Caribe, lo cual representó un aumento de 2 puntos porcentuales entre 2019 y 2020.
En tanto, en México 59 por ciento de los hogares se encuentran en algún grado de inseguridad alimentaria, señaló Lina Pohl Alfaro, representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en México.
Durante el ciclo de conferencias Autosuficiencia Alimentaria e Innovación Tecnológica, hizo notar que si bien durante la pandemia disminuyeron los indicadores (el número de personas con escasos talla y peso), los cuales muestran reducción del hambre, al mismo tiempo aumentó “un problema grave”, como son la obesidad y el sobrepeso.
Refirió que 59.1 por ciento de los hogares en México padecen algún grado de inseguridad alimentaria, de los cuales 20.6 por ciento tienen inseguridad moderada y severa.
Ruy López Ridaura, director general del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades de la Secretaría de Salud, indicó que la alta prevalencia de sobrepeso y obesidad fue el primer componente para que el Covid-19 tuviera “enorme impacto” en la mortalidad, al colocarse como la segunda causa de fallecimientos en 2020.
Antes de la pandemia, comentó, las principales causas de mortalidad en México en 2019 fueron las enfermedades cardiacas (20.1 por ciento), diabetes (14 por ciento) y tumores malignos (8.3 por ciento).
Pohl Alfaro detalló que la prevalencia de sobrepeso y obesidad en niños y niñas de cinco a 11 años fue de 19.6 por ciento y 18.6, respectivamente. En tanto, entre los adolescentes el sobrepeso llegó a 26.8 por ciento, y la obesidad, a 17 por ciento.
Asimismo, señaló que se estima que cada año se desperdician mil 300 millones de toneladas (un tercio) de toda la comida que se produce y es apta para el consumo.
Lo anterior significa un impacto en el planeta y el medio ambiente, ya que 30 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero se atribuyen a los sistemas alimentarios, los cuales se ven afectados al responder a una demanda de comestibles que crecerá 20 por ciento hacia 2050.