“¡Sostengo: ¡claro que se derechizó la UNAM en el periodo neoliberal!, por qué no dijeron nada durante el saqueo más grande en la historia de México. Nada cuestionando la corrupción que imperó en 36 años”, reitero su reclamo el presidente Andrés Manuel López Obrador.
En Palacio Nacional, añadió que con (Carlos) Salinas se cooptó a la mayoría de intelectuales. Y de la pretensión de sus opositores –hasta de los que no tienen origen unamita– de organizar una manifestación por su postura ante los grupos de poder político y académico en la casa de estudios, replicó: “Yo diría: ojalá lo hagan, aunque sea para marchar en contra de nosotros, pero que hagan algo”, porque “el conservadurismo genera una especie de tiricia política”.
Y para clarificar el reproche adujo que la academia, el alto nivel educativo, ser licenciado, maestro, doctor, no tiene nada que ver con la corrupción, son cosas distintas. Y para muestra un botón: se refirió al cacicazgo de Raúl Padilla en la Universidad de Guadalajara.
A López Obrador le sobraron argumentos para criticar a quienes se apoderaron de la conducción política y académica en la universidad: “ayúdenme a encontrar los libros de la UNAM durante el periodo neoliberal cuestionando la corrupción que imperó en los 36 años, a ver cuántos tratados, libros, ensayos sobre la corrupción, sobre la entrega de bienes de la nación a particulares en el gobierno de Salinas (de Gortari). No van a encontrar muchos, porque Salinas los cooptó a todos los intelectuales y académicos; o no a todos, a la mayoría. No hay nada”.
Esa inoperancia académica para documentar la crisis nacional, derivada del neoliberalismo, obedece a que en la UNAM “se aburguesaron” en la ciencia social, ciencia política, sociología, economía, filosofía, derecho, ¡silencio!
“¿Dónde estaban cuando entregaron concesiones mineras por 120 millones de hectáreas, el 60 por ciento del territorio nacional? Eso ni siquiera lo sabe la gente, llegaron al extremo de entregar 70, 80 por ciento del territorio de Sonora o de Chihuahua, y el propietario de la tierra, el ejidatario, el comunero, ni siquiera sabía que lo que estaba debajo de sus tierras ya había sido concesionado. Entonces, es bueno el debate, porque este grupo que se sentían los dueños de México, pues quieren seguir con la misma política, quieren regresar. Yo quiero que regresen, pero lo que se robaron. Y por eso es la campaña”.
En su rueda de prensa, consideró que la sociedad “nos obliga a autolimitarnos, porque la gente está muy informada, hay mucha conciencia ciudadana”, y retomó el mensaje de Claudio X González, “cuando dice, ‘aténganse a las consecuencias los que están apoyando la transformación, porque no les va a ir bien’, palabras más, palabras menos, empiezan en las redes sociales a decirle: ‘¿Qué te pasa?, eso es autoritarismo y, si se quiere, fascismo’, y él tiene que retractarse. Claro, dice: ‘Soy demócrata’. Ando buscando al tonto que se lo crea, pero eso es otro asunto”.
De la revocación de mandato recordó, “presentamos una reforma constitucional, que ojalá no la vayan a declarar inconstitucional, para que se pueda aplicar. El pueblo tiene en todo momento el derecho de cambiar la forma de su gobierno, el pueblo pone, el pueblo quita. Yo espero que sí se llegue a 40 por ciento de participación para que la consulta sea vinculatoria, legal completamente; pero si no se llega al 40 y yo pierdo, me voy, porque yo no voy a estar aquí si no tengo el apoyo de la gente, no voy a estar aquí de florero, de adorno. No se puede gobernar un país, transformarlo, si no se tiene autoridad moral, y no estoy dispuesto a pasar a la historia como un presidente mediocre, no”.