Tashkent. El presidente de Uzbekistán, Shavkat Mirziyoyev, fue reelecto con más del 80% de los votos, anunció este lunes la comisión electoral, en unos comicios sin una "verdadera competencia", según los observadores internacionales.
Según resultados preliminares, Mirziyoyev, de 64 años, obtuvo 80,1% de los sufragios, indicó la Comisión Electoral Central.
El presidente, que dirige desde 2016 el país más poblado de Asia central, tendrá así otro mandato de cinco años.
Antes de la publicación de estos resultados, el presidente ruso, Vladimir Putin, ya había felicitado el lunes a su homólogo uzbeko por su "victoria convincente", en una muestra de la falta total de sorpresa en la votación.
Sus detractores acusan a Mirziyoyev de haber eliminado toda la oposición en los comicios. El domingo se enfrentó a cuatro candidatos considerados marionetas, los cuales se abstuvieron de hacerle cualquier crítica en lo previo.
Para la mayor parte de observadores, el resultado de la votación estaba decidido de antemano.
Los comicios se llevaron "sin una verdadera competencia", afirmó el lunes en un comunicado conjunto la misión integrada por la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) y el Parlamento Europeo.
Si bien la preparación de la elección fue "eficaz y profesional", las operaciones durante la votación del domingo se vieron ensombrecidas por "muchas y graves irregularidades", subrayaron los observadores.
Éstos detectaron "signos de relleno de papeletas en las urnas en varios colegios electorales", así como que "un gran número de votantes" pudieron sufragar "sin presentar un documento de identidad".
La comisión electoral uzbeka rechazó estas acusaciones y aseguró que los comicios fueron organizados "conforme a las normas internacionales".
Reformas en peligro
Tras su llegada al poder, Mirziyoyev suscitó una esperanza de democratización del país, al abolir el trabajo forzado, abrir la economía y liberar opositores detenidos y torturados por su implacable antecesor, Islam Karimov.
Sin embargo, el mandatario volvió recientemente a las prácticas del pasado al reprimir a varias voces críticas antes de los comicios.
Limítrofe con Afganistán, Uzbekistán está situado en una región difícil y estratégica, con fuerte influencia de Rusia y China.
Esta antigua república soviética de 34 millones de habitantes era una parte importante de la antigua Ruta de la Seda, que permitió prosperar a ciudades como Samarcanda y Bujará.
Cinco años después de la muerte del expresidente Karimov, Uzbekistán respira más libertad. Mirziyoyev puso fin al trabajo forzado en los campos de algodón, donde trabajaban miles de menores, una medida aplaudida a nivel internacional.
En su comunicado, los observadores internacionales calificaron estas reformas como "una señal alentadora", pero denunciaron "la encarcelación, la intimidación y las presiones" contra periodistas durante la campaña.
Los últimos meses de su primer mandato han estado marcados por la creciente represión de los disidentes, especialmente con la detención de blogueros.
Khidirnazar Allakulov, considerado uno de los pocos críticos de verdad, no fue autorizado a postularse a la presidencia.