Al menos cinco grupos conocidos popularmente como motonetos o motopandilleros ligados al narcomenudeo que de día o de noche realizan disparos de armas de fuego al aire, han sembrado terror y zozobra entre los habitantes de San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
Dichas bandas delictivas son rentadas como grupos de choque por autoridades municipales, organizaciones y particulares para generar conflictos, presionar al gobierno para que libere a algún detenido o brindar impunidad a quienes se ven involucrados en accidentes de tránsito, de acuerdo con testimonios de las víctimas.
A miembros de uno de esos grupos, no identificado por su nombre por las autoridades competentes, se atribuye la autoría material del asesinato del fiscal de Justicia Indígena, Gregorio Pérez Gómez, perpetrado el pasado 10 de agosto.
San Cristóbal de las Casas, ubicada a 60 kilómetros de la capital Tuxtla Gutiérrez, es considerada una joya del patrimonio cultural de México, tanto por sus construcciones virreinales como por su conformación étnica; catalogada como Pueblo Mágico, es una de las localidades del país más visitadas por turistas nacionales y extranjeros.
“Los motonetos son la ‘evolución’ de jóvenes desempleados que optan por la delincuencia organizada y no sólo se dedican al robo, sino que han sido usados, todo parece indicar, por la clase política en general como grupos de choque”, afirmó un investigador, que pidió el anonimato.
Delincuencia organizada
“Se ‘venden’ al mejor postor y no están desligados de la pornografía ni la etnopornografía como se llama ahora; de la narcocultura. Se les llamó motonetos porque al principio se transportaban en motonetas y motocicletas; son jóvenes que en las noches se alcoholizan o drogan y salen a hacer desmanes”, explicó en entrevista.
“Operan con radios; usan pistolas, rifles y metralletas. No todos los días salen a ejercer violencia, sino en determinados momentos o coyunturas. No han provocado una situación descontrolada, pero han sembrado terror sicológico. Se desconoce quiénes están detrás, pero se advierten redes de complicidad muy fuertes”, detalló.
Ninguna autoridad cuenta con información oficial acerca de su origen ni de su estructura, pero, según fuentes policiacas locales, existen al menos cinco agrupaciones identificadas como Los Torres, Los Vans, ZN, Élite y Los Patos; estos últimos se desplazan en taxis, pero actúan como pandillas.
Están asentados principalmente en colonias del norte de la ciudad, donde habitan muchos indígenas, incluidos ex alcaldes de municipios aledaños, expulsados entre 1970 y 1990 de Chamula, por supuestos motivos religiosos. Los hijos de varios de ellos son los que ahora integran esos grupos.
Comenzaron a hacerse más visibles durante la administración del presidente municipal Marco Antonio Cancino González (2015-2018), del PVEM.
Un poblador que pidió se resguardara su nombre comentó su experiencia: “hace un año golpearon mi carro y el culpable no quería pagar los daños alegando que no era responsable; en una pausa de la discusión hizo una llamada por teléfono y minutos después llegaron como 15 jóvenes en motocicletas a amenazarme con que si no pagaba yo, iban a golpear la unidad. No me quedó más que pagar 3 mil pesos por el golpe del que fui el afectado”.
Fuentes policiacas revelaron que, “con el crecimiento de las organizaciones, hace varios años algunos líderes empezaron a tomar la motocicleta como medio de transporte para trasladar a grupos de choque, con el fin de bloquear carreteras, protestar en dependencias o ejercer presión a alguna autoridad.
“Uno de los que empezó a liderar motonetos es conocido como El Chicano. El primer grupo que se mostró violento mató a pedradas a un taxista hace algunos años en la colonia Primero de Enero”, en la zona norte, “y poco a poco fueron creciendo en el tipo de violencia empleada; pasaron de pedradas y golpes a portar armas de fuego y al narcomenudeo; ahora son pandillas que se rentan como sicarios”.
Los informantes puntualizaron que “todos estos grupos viven de la delincuencia, pueden estar relacionados al asalto, a la venta de narcóticos y cobran a otros criminales para defender, por ejemplo, la venta clandestina de combustible, o bien, si un vehículo de transporte público irregular choca, llega un grupo de choque para defenderlo”.
Una de las exhibiciones de su poder sucedió la tarde del 28 de septiembre pasado, cuando hicieron disparos de armas de fuego al aire, durante el cortejo fúnebre de uno de sus compañeros asesinado por integrantes de una pandilla rival. Durante más de media hora, en el trayecto de la colonia La Hormiga, donde vivía el difunto, hacia el panteón municipal, realizaron detonaciones, sin importarles que los vieran los transeúntes.
Sin detenidos
Los pandilleros dejaron de accionar sus pistolas antes del cementerio, debido a la presencia de la policía municipal, pero no hubo detenidos.
Dos días antes, la noche del 26 de septiembre, cuando su compañero fue asesinado en una riña sobre el Periférico norte, los motopandilleros dispararon al aire mientras colocaban una cruz en el sitio del deceso, frente al bar en el que fue baleado. Según información oficial, el 10 de octubre, elementos de las policías municipal y estatal “repelieron una agresión armada en las inmediaciones del mercado de la zona norte”, en la que participaron integrantes de las pandillas. El pleito se originó por la disputa entre locatarios por la venta de productos.
En el ataque resultó lesionado de bala un agente municipal, que fue trasladado a un hospital a bordo de una de las patrullas.
Los uniformados detuvieron a un hombre, de nombre Raúl N, de 24 años, a quien sus compañeros intentaron bajar por la fuerza de un vehículo policial, sin que lo consiguieran, por lo que fue puesto a disposición de un agente del Ministerio Público de la Fiscalía de Justicia Indígena, por el delito de daños.
También confiscaron cuatro autos y una motocicleta, los cuales fueron vandalizados y pretendían ser quemados por uno de los grupos participantes en la riña, por lo que tuvieron que ser remolcados hasta la Fiscalía de Justicia Indígena.
El investigador manifestó que los pandilleros se mueven con cierta libertad en la zona norte, y cuando agentes de la Guardia Nacional, estatales y municipales realizan recorridos preventivos, bajan su perfil porque “los maleantes están avisados de los patrullajes y van sólo sobre objetivos específicos”.
Proliferan mercados negros
Destacó que en muchas de las colonias donde operan principalmente, han proliferado los tianguis de venta de vehículos usados y de llantas. “En el mercado de la zona norte distribuyen droga”, aseveró.
Personal de seguridad pública –que declaró extraoficialmente– consideró que se requiere de “un trabajo de inteligencia para desarticular a estas bandas, y que termine la impunidad, porque es lo que más incertidumbre causa a la población: saber que a quien denuncie va salir por la ‘puerta giratoria’ de la corrupción y busque venganza”.
Apenas del 15 de octubre fue detenido en el fraccionamiento Bosques del Pedregal, también en la región norte, un hombre identificado como Juan N El Fallo, presunto dirigente de uno de estos grupos. En el operativo, cuando el delincuente trataba de huir junto con un acompañante en un vehículo, disparó un arma de fuego contra los agentes, sin que hubiera lesionados.