Roma. El vientre abierto del Coliseo con su hipogeo a la vista, como se ha conocido en el último siglo, será pavimentado con una plataforma retráctil hipertecnológica y ligera compuesta por paneles móviles de fibra de carbono revestidos con madera de Accoya, material de vanguardia de alta durabilidad y resistencia, capaz de soportar toneladas de peso.
Funciona con un sofisticado mecanismo de rototraslación automática de tablones que pueden abrirse o cerrarse por completo en 30 minutos. Gracias a ello pueden entreverse los subterráneos, donde se resguardaba la tramoya, los vestidores de los gladiadores y las jaulas de los animales. La estructura permitirá proteger el hipogeo de la intemperie, así como airearlo, conservando su microclima interno. Cubrirá una superficie de 86 por 54 metros y 3.357 metros cuadrados.
El proyecto, que concluirá en el 2023, costará casi 22 millones de dólares. Fue adjudicado en mayo pasado por el estudio Milán Ingeniería, que cubrió con los requerimientos centrales del concurso, consistente en una estructura “ligera, reversible y sustentable”.
El texto del concurso, emitido en diciembre pasado por Invitalia, agencia nacional para el desarrollo del Ministerio de Economía, subrayaba como el objetivo de la obra “incrementar el valor económico y cultural” del monumento símbolo de la Roma imperial.
Según el arquitecto Fabio Fumagalli, miembro del despacho ganador, la plataforma “no será una reconstrucción filológica”, pero será puesta a la altura del “nivel Flavio conectándose con los espacios creados a esa altura, como el corredor de servicio y la Puerta Triumphalis”.
Que no exista monumento más popular que el Coliseo, ha encendido duras polémicas de la opinión pública que lo consideran una obra superflua frente a las enormes necesidades del patrimonio que pasarían desapercibidas por los medios. El Coliseo es, por mucho, el lugar más visitado de Italia, con 7.5 millones de asistentes en época prepandémica (2014).
Entre las voces disidentes más críticas y prestigiosas está la de Tomaso Montanari, académico y periodista defensor aguerrido del patrimonio cultural italiano, que lo ha descrito como “verdadero Netflix de la arqueología (…) donde se coagula lo peor de la visión del patrimonio cultural (…) reducido a parque temático (…) a contenedor de algo distinto”.
La inserción de la arena permitirá no sólo incrementar el número de visitantes, sino realizar espectáculos “de altísimo nivel cultural como el drama antiguo”, afirmó en una entrevista el ministro de Cultura, Dario Franceschini, quien apoyó desde un inicio el plan. En el Coliseo, el primer espectáculo realizado jamás desde la antigüedad fue el Edipo Rey, que se llevó a escena en el verano de 2000, a la que asistieron 700 espectadores contra los 87 mil que se estima llegó a contener en la antigüedad.
El arqueólogo y profesor universitario Daniele Manacorda, a quien se debió la idea de la arena –expresada en un artículo del 2014 y acogida por el ministro Franceschini al año siguiente– aclara cómo su propósito se basaba en dos necesidades primordiales: “La preservación del sótano, imprudentemente expuesto a la intemperie desde hace décadas, y la restitución de la forma arquitectónica del célebre monumento”.
La última restauración del anfiteatro se inició hace 10 años, pero fue financiado por la iniciativa privada (zapatos Tod’s), que aportó cerca de 30 millones de dólares para una rehabilitación de tres fases: fachada externa (2011–2016), hipogeo (2018–2021) y galerías del segundo orden (en curso). La cobertura de la arena será, por tanto, la coronación de más de un decenio de remozamientos, incluyendo los ya efectuados en 15 mil metros cuadrados de los subterráneos.