Ciudad de México. Los cartuchos con soluciones para vapear pueden contener en un mililitro altas concentraciones nicóticas, comparables a cajetilla y media de tabaco convencional, advierten estudios científicos sin conflicto de intereses con la industria tabacalera.
Dichas soluciones para cigarros electrónicos o vapeadores, llamados Sistemas Electrónicos de Administración de Nicotina (SEAN), pueden contener hasta 30, 50 y 60 miligramos por mililitro, y son considerados como una puerta de entrada a la adicción a la nicotina.
Pese a su prohibición en México, tanto para su importación como exportación, estudios recientes del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) revelan que 51 por ciento de los adolescentes mexicanos conoce los SEAN; 20 por ciento creen que son menos dañinos que el tabaco convencional y al menos 10 por ciento lo han probado, 4 por ciento de forma exclusiva.
El informe “Evidencia actualizada sobre vapeo: un reporte del repositorio SEAN”, coordinado por Inti Barrientos Gutiérrez, investigador del INSP, destaca que en el caso de adolescentes y jóvenes el uso de los SEAN puede generar graves efectos en su salud debido, entre otros factores, a que la nicotina es especialmente adictiva antes de los 21 años.
También existe una facilidad de consumo con equipos electrónicos cada vez más sofisticados; puede ocultarse su uso, es de fácil acceso y ofrece miles de sabores y colores atractivos para niños y adolescentes, pues se estima que 70 por ciento de los adolescentes que vapean prefieren líquidos con sabores dulces.
Pedro tiene 18 años y usó por primera un vapeador a los 15, cuando ingresó al bachillerato. Hoy es un consumidor dual (vapeo/cigarro convencional). Supo de los SEAN “cuando algunos compas me lo ofrecieron. Me dicen: ‘Esto es un cigarro electrónico, es de sabores más ligeros’. Lo probé y sí, sabe muy rico. Recuerdo la primera experiencia y es vapor con sabor; claro, tiene nicotina, es muy adictivo”.
Adquirir un “vape” no es problema, afirma. “Se puede buscar con un díler en redes sociales, en Facebook o Instagram, pones la palabra vape y te lleva a gente que lo vende cerca de tu zona. Lo contactas y te hacen el envío. Además, hay máquinas expendedoras en algunos puntos de la ciudad y locales. Incluso, fui a un restaurante que tenía vape incluido en la carta”. Los “vape”, agrega, “se han convertido en un muy buen negocio si quieres hacer dinero, porque los compras al mayoreo, los venden en redes sociales y sí le ganas bastante”, aunque advierte, “también hay mucha piratería”.
La oferta, asegura, es enorme. Hay vapeadores de 500, mil, mil 500 y 3 mil fumadas, aunque señala que “el problema es su precio, pues un “vapeador para 3 mil fumadas puede costar más de 800 pesos, y de 500 –que te lo acabas en un día– son 250 pesos”.
El informe destaca que los líquidos de vapeo “contienen acetaldehído, formaldehído (compuestos clasificados como carcinógenos), glicerina, propilenglicol y etanol. Además, los aerosoles producidos por los dispositivos de vapeo tienen altas concentraciones de plata, hierro, níquel, aluminio y silicio, así como nanopartículas de estaño, cromo y níquel”.
Agrega que se debe considerar que las variaciones de voltaje asociadas con los vapeadores “pueden resultar en una degradación excesiva de propilenglicol y formaldehído, lo que sugiere una exposición a metales de cinco a 15 veces más alta derivada de estos dispositivos, en comparación con los cigarros combustibles”.
Pese a los riesgos que implica su uso para la salud, afirma Pedro, “no conozco a una sola persona que vapee y que no sepa que es súperdañino. Es una plática frecuente en fiestas y reuniones con amigos. Sabemos que hace más daño que el cigarro convencional, que es una porquería, pero es delicioso, súperadictivo, además de ser un producto súperllamativo”.