Paraíso, Tab. La mayoría de los contratos de los sindicatos de obreros que construyen la refinería de Dos Bocas los ha acaparado la Confederación de Trabajadores de México (CTM), denunciaron siete organizaciones gremiales de Paraíso que reúnen a 15 mil afiliados desempleados y demandan “justicia laboral”, para lo cual solicitan la intervención de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) a fin de que incluya la mano de obra local y no continúen los privilegios a un solo grupo.
Luego de los disturbios del pasado 13 octubre, la normalidad regresó a las instalaciones petroleras; la única señal de la trifulca se observa en los trabajos de reparación que siete obreros realizan al andamio derribado el día de la protesta.
En la cabecera municipal están las sedes de los siete sindicatos que afirman estar legalmente constituidos y se quejan de injusticia en el reparto de los trabajos.
Jorge Sobrino Sánchez, de la Alianza de Transportistas del Servicio Público de Paraíso, Tabasco AC, acepta platicar con La Jornada y entrega una copia del original del documento notarial. Alega desplazamiento de sus agremiados de la refinería.
El convenio de trabajo, fechado el 9 de enero de 2020, del cual dio fe el notario 3 de este lugar, y firmado por representantes de cuatro organizaciones, entre ellos el cetemista Ricardo Hernández Daza, establece que “las partes convienen y se comprometen a repartir el trabajo de manera equitativa”.
Se agrega en el texto que los firmantes acuerdan entre sí “el reparto y distribución de 25 por ciento para cada uno de los cuatro representantes del servicio de transportación del personal en el estado de Tabasco”.
En el punto cuatro se menciona la prestación de servicio en la refinería, pero el quejoso Sobrino Sánchez acusa que a los suyos sólo les dan apenas 5 por ciento de lo acordado y la transportación de los empleados la tiene acaparada la empresa Transportadora de Personal del Golfo SA de CV, representada por Hernández Daza.
En entrevista, los representantes se deslindaron de la trifulca de la semana pasada en Dos Bocas y aseguraron que fue un conflicto entre trabajadores de la empresa ICA Fluor con representantes de la misma empresa por mejores prestaciones laborales.
Felipe Rosales García, del Sindicato Nacional de Infraestructura, menciona que tiene en sus filas a 520 soldadores, certificados y especializados en diferentes áreas, pero no hay oportunidades para ellos, cuando son tabasqueños.
Como este caso las organizaciones señalan que son más de 15 mil nativos de Paraíso que demandan laborar en la refinería, y no quieren que les pase como a muchos, que “se han tenido que ir al gabacho (Estados Unidos) o a Cancún”, ante el espejismo que “ha sido Dos Bocas para nosotros”.
Para David Palma, de la organización Grupos Petroleros Mexicanos del Sureste, con más de 2 mil agremiados, el dirigente de la CTM tiene todos los contratos del comedor, así como del transporte, y acusa que el gobierno del estado tiene metidas las manos, por eso, al igual que sus compañeros, exige la intervención de María Luisa Alcalde, titular de la STPS, para que se dé una real “justicia laboral en Dos Bocas”.
Roberto Arjona Sánchez, secretario general de la organización José María Pino Suárez, “legalmente registrada a nivel nacional y con toma de nota”, con mil 500 afiliados, entre ellos 450 profesionistas de Paraíso, señala que han acudido a todas las empresas que trabajan en la refinería pero la respuesta es la misma: “ya todos los contratos los tenemos firmados con Hernández Daza”.
Atribuye que la CTM es beneficiada por el encargado de la mesa de trabajo de la refinería Guadalupe González, quien dijo es compadre de Hernández Daza, y el que le entrega todos los contratos.
Explicó que con frecuencia se están dando inconformidades en los centros de trabajo de la refinería; “lo que pasa es que ahora resultaron lesionados, antes no han pasado a mayores”, pero el problema es por pedir mejores salarios y porque los hacen trabajar más de 8 horas y no se refleja en el sueldo.
“Nuestro Presidente está mal informado, no le están diciendo la verdad sobre Dos Bocas, nosotros estamos muy agradecidos con (Andrés Manuel) López Obrador que la obra de la refinería se haya mandado a Paraíso”, dice David Palma, y en ello coinciden el resto de sindicalistas inconformes.
Califican a los quejosos de “seudosindicalistas”
Hernández Daza, señalado por acaparar todos los contratos en las instalaciones petroleras, en entrevistas que concedió a una estación de radio y a un portal de noticias y que circularon en redes sociales durante el conflicto, ha refutado las acusaciones de sus adversarios, a quienes califica de seudosindicalistas.
La entrada principal, una de las siete que tiene la refinería, es vigilada por siete agentes de la policía antimotines de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. “Tenemos órdenes de no dejar pasar a nadie, sólo a los trabajadores, previa identificación, y la mayoría de ellos ingresa a las 6 de la mañana”, explica quien está a cargo del grupo de oficiales.
Cerca de allí, un grupo de hombres y mujeres se cubren del sol con lo que pueden, mientras esperan su turno en la ventanilla de la empresa ICA Fluor en busca de trabajo.
El mismo panorama se repite en otro extremo de este sitio: se trata de un local pequeño de la “CTM femenil”, ubicado en los alrededores de la construcción, en la que dos mujeres toman los datos a las aspirantes.
En ese lugar las sindicalistas prefieren no hablar: “el dirigente está en Paraíso”, dicen con cierto recelo ante la prensa. La cabecera municipal está a unos cinco kilómetros de la refinería en construcción, pero allá tampoco es posible localizar a Hernández Daza, dirigente de la CTM, sección Tabasco.
Nadie quiere hablar de la trifulca pasada
“Le informaron mal, ahora ya no da entrevistas”, refieren algunos de sus seguidores en el sitio en que, dicen, se reúne con sus agremiados.
De nuevo a la refinería. Es mediodía, en la periferia de Dos Bocas deambulan trabajadores con uniformes naranjas con logotipos de distintas empresas en sus espaldas rumbo a algún puesto de comida rápida que abundan en las cercanías. Los obreros muestran desconfianza, nadie quiere hablar de la trifulca pasada: “Nos podemos meter en problemas”, se disculpa uno.